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domingo, 5 de abril de 2009

"Los valencianos todavía nos quejamos muy poco"

 

Presidente de CECU

Fernando Moner: "Los valencianos todavía nos quejamos muy poco"

Levante – 05-04-09 - La Galería de J. R. Seguí

Fernando Moner: "Los valencianos todavía nos quejamos muy poco"

Fernando Moner: "Los valencianos todavía nos quejamos muy poco" foto: manuel molines

Preside la Confederación Española de Consumidores y Usuarios (CECU) y su asociación valenciana. Lo suyo es desde hace más de dos décadas defender las quejas de los ciudadanos. Asegura que aún nos falta cultura de la protesta y la reivindicación de nuestros derechos. Telecomunicaciones, vivienda, sanidad y sistema financiero son hoy los principales campos de batalla y en esto de las quejas no existe distinción geográfica, de raza o religión.


-¿Es usted el Pepito Grillo del consumidor?
-Frente a un problema hay dos opciones, sentarse en el sillón, lamentarse de lo ocurrido y protestar en el comedor de casa o decir: a mí no se me toma más el pelo y no quiero que a mi entorno le pueda suceder lo mismo. Da igual que sean cincuenta céntimos que cincuenta euros. Nuestro objetivo es que mañana nuestra calidad de vida sea mejor gracias a que nuestros derechos estén mejor protegidos.


-En 2008 recibieron más de 15.000 denuncias, ¿son muchas o suficientes?
-Pocas para las lesiones de intereses que se producen cada año y muchas con relación a otros ejercicios.


-¿Eso quiere decir que los valencianos aún protestamos poco?
-Sí, nos quejamos todavía muy poco. La mayoría de los problemas los dejamos correr.


-¿Por conformismo?
-Es la unión de muchos factores. El primero es que el tiempo es oro, tenemos poco y la prioridad es valorar si el coste de la reclamación vale por el tiempo que se le va a dedicar a solucionar el problema.


-¿Por qué no le pone cara al consumidor que se queja?
-Es una persona entre treinta y cuarenta y cinco años, con estudios y cada vez mejor preparados, pues las preguntas son más complejas, y es proporcional hombres y mujeres. La situación de los últimos años ha variado. Anteriormente, el consumidor que se acercaba a nuestras oficinas eran principalmente mujeres. Además, la media de edad era más elevada y el nivel de preparación y formación menor. Pero consumidores somos todos, desde que nacemos hasta que morimos. Después de muertos incluso seguimos siéndolo porque los gastos funerarios son elevadísimos.


-¿Hay algo que nos diferencie con nuestros vecinos autonómicos?
-En España no hay apenas diferencias. Quizás existan con respecto al consumidor americano o del norte de Europa, pero más por una cuestión de hábito de consumo que de nivel de concienciación. Países como Holanda o Alemania poseen una conciencia mucho más crítica. Creen más en el movimiento de los consumidores aunque aquí, también es cierto, llevamos poco tiempo, apenas treinta años, y ha habido que crear leyes y que la Constitución reconociera nuestros derechos. El segundo factor sería que quizás nos da un poco todo igual. Nos preocupa más salir a la calle y divertirnos que quejarnos o reivindicar nuestros derechos.


-¿Tan cómodos somos?
-Sólo nos quejamos cuando el problema es profundo. La mayoría no protesta porque el banco haya cobrado cincuenta céntimos de más, aunque probablemente un holandés lo haría. Pensamos más en nosotros mismos que en el bien común. En cambio, en otros países los bancos no llegarán nunca a cobrar ese medio euro porque saben que se los van a reclamar. Es a lo que hemos de acostumbrarnos. Si un banco sabe que seremos cien mil los que vamos a quejarnos no nos cobrará de más.


-Antes comentaba que los valencianos protestamos poco. Pero claro, si nos cuentan que todo es tan idílico, esta es la tierra de la fantasía y somos la vanguardia del mundo ¿de qué íbamos a hacerlo?
-Por ejemplo de que estamos pagando los aparcamientos más caros de España.


-Ya ve que eso importa poco.
-Pues que estamos pagando un recibo de la luz que se ha incrementando en los últimos dieciocho meses de forma considerable, o que a la hora de viajar seguimos admitiendo el overbooking como ley no escrita.


-Respire, respire... porque no sé si los problemas son globales o circunstanciales.
-En España los problemas son los mismos salvo en momentos muy determinados. Esta semana, por ejemplo, seguro que hay muchos consumidores reclamando en Castilla La Mancha. Pero miremos el ejemplo de Afinsa, afecta a todos y nadie controlaba. Ahí está el problema, en la falta de control. Alguien ha de hacerlo.


-¿Existe una sociología del consumidor protestón?
-Las estadísticas indican que los problemas que nos preocupan son los mismos: primero la vivienda, después el sistema financiero y más tarde los servicios básicos. El top ten no varía.


-Pero la sociedad no es muy receptiva a colaborar.
-Cada vez nos creen más porque solucionamos problemas y tenemos leyes que nos protegen y hemos ido consiguiendo. Hace quince años muchos problemas no se hubieran solucionado.


- Sin embargo, el hecho en sí de la existencia de asociaciones evidencia un desequilibrio entre el ciudadano y el sistema económico.
-Más bien diría que es una cuestión de presiones y lobbys. Hace diez años se redactaba una ley sobre el sector bancario y quienes opinaban sobre su contenido eran ellos mismos. La voz de los consumidores no se tenía en cuenta. Poco a poco las cosas han ido cambiando. El ciudadano hoy tiene mucha más voz. Las asociaciones ya no están sólo en las ciudades sino en los grandes centros de decisión y nuestra presencia llega hasta el Parlamento Europeo.


-¿Y ya que son tan insistentes en lo suyo por qué no reclaman algo a los políticos que lo permiten?
-Lo hacemos. Y les decimos lo que están haciendo bien y mal, y a los ciudadanos, que cada cuatro años tienen que hacer un examen a estos señores, mirar su entorno inmediato y general y ver si las cosas han mejorado o no.


-¿Nos quejamos por los teléfonos móviles, las comisiones... pero lo hacemos suficientemente con la forma en que algunos gobiernos se gastan el dinero y los resultados que se obtienen? Eso también es consumo y problema de usuario.
-Cuando un ciudadano ve que un político es un chorizo, y se demuestra judicialmente, está encantado de que lo hayan pillado. Pero en ese ámbito y en cualquier otro. Cuando un financiero tiene una entidad a sus órdenes y llega a situaciones como Madoff, entonces es cuando exigimos el peso completo de la ley. En ninguna faceta de la vida debe haber nadie que tome el pelo o viva a costa de los demás. Como ciudadanos no podemos permitirlo. Pero las asociaciones también somos consciente de nuestras limitaciones. Nosotros tenemos diez abogados frente a las decenas de los bancos.


-¿Cómo convencería a un político para que se afiliara a su organización?
-Le diría que durante cuatro años será político y sus 80 de vida, consumidor, él y su entorno. Así que todos los éxitos que consiga serán para él y quienes le rodean.


-¿En tiempo de crisis cambian los problemas?
-Algunos se acentúan. El tema de la vivienda se está multiplicando a causa de las suspensiones de pagos y la situación de muchas familias.


-¿Las crisis nos hacen ser más exigentes en el consumo?
-Las crisis afectan a nuestros bolsillos y si antes denunciábamos a partir de diez euros, en situación de crisis es a partir de cinco. Sin embargo, los hábitos no se han modificado de forma sustancial aunque en lugar de consumir marcas tendamos a las blancas. Aún así, no aumentan los problemas.


-¿Ni los sectores más conflictivos?
-No. En eso continúan a la cabeza telecomunicaciones, vivienda y sanidad.


-¿El estatus social cambia la naturaleza de la queja?
-Por supuesto. Un día nos llamó una viuda, con unos ingresos reducidos, para informarnos de que en los últimos años había observado que los metros del papel higiénico de los rollos se habían ido reduciendo. Una persona con unos ingresos de 300 euros se ha de preocupar hasta de eso. Todo es cuestión de cómo se valoran las cosas.


-¿La queja, entonces, no responde a una reacción de naturaleza humana?
-En ocasiones la naturaleza humana es dependiente de los ingresos que uno tenga. También habrá millonarios que no permitan que les engañen, y si han empezado de la nada serán todavía mas exigentes. Hay mucha gente que nunca ha tenido ingresos y cuida el dinero.


-¿Los inmigrantes son coincidentes con nuestras demandas?
-A veces son diferentes, pero en muchas ocasiones su problema está afectado por una situación legal o el desconocimiento.


-¿Y estando donde estamos qué se nos avecina?
-El índice de saturación por los problemas actuales de los ciudadanos no nos permite ver lo que vendrá pero sí podemos tener seguridad de que el tema de las telecomunicaciones no ha tocado techo debido a las nuevas tecnologías, la desconexión analógica, las diferentes bandas... Nos preocupa la sanidad porque están apareciendo nuevas enfermedades y actualmente cualquier problema se globaliza. Antes oíamos hablar de gripe aviar y decíamos: sí, pero es en China . Ahora estamos a sólo unas horas.


-¿Visto así, no nos daría algún consejo?
-Ante los problemas no ir solos sino cogidos de la mano, reflejar todo por escrito y no dejar pasar nada.

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