Armando Ojea: «Las terrazas son un botellón institucionalizado»
Denuncia que la ordenanza del ruido en Ourense es «papel mojado»
LaVozDeGalicia - 30 de agosto de 2013 - Ourense / CANDELA VALLE
El músico ourensano, Armando Ojea, pide medidas para acabar con la contaminación acústica en la ciudad. También denuncia una agresión por parte de un hostelero por fotografiar su terraza, en la que tenía instalada una televisión.
-¿Qué le pasó con el hostelero?
- -Estaba paseando por la Carballeira a las 23.00 horas y sacando fotografías a las terrazas que tienen televisores a la calle y molestan a los vecinos. Un propietario me vio y me empezó a insultar. Saqué igual la fotografía y me empezó a seguir, yo continué como si nada y fotografié también a otra, entonces se fue a por el coche y me siguió con él. En un momento dado giró para ponerse más cerca y cuando pasaba a su altura me dio un golpe en la costilla, quería cogerme la tableta para romperla porque tenía la imagen.
-¿Va a denunciar la agresión?
- -No. La herida curará pronto y el castigo sería desproporcionado. Me conformé con la denuncia mediática porque podía dar lugar al debate de las terrazas.
-¿Por qué inicia esta campaña?
- -Es una forma de contaminación reconocida por la OMS. El ruido determina el fracaso o éxito de la sociedad. En una favela brasileña en la que los niños crecen escuchando todas las radios encendidas, sin hacerles caso, como si el poblado fuese un bar, no van a ser doctores en medicina. Lo que se hace en el espacio público transmite unos valores y los niños lo ven ocupado por terrazas donde los adultos se emborrachan bebiendo cubatas. Son un botellón institucionalizado, la única diferencia es que están sentados. No veo ninguna diferencia.
-¿Cómo valora la situación en Ourense?
- -En otros lugares es peor. Hay ciudades más turísticas donde la invasión del espacio público es intolerable y donde las autoridades han perdido el control, está en manos de la mafia, del lobby del alcohol y al final estamos en la situación de Sicilia o del Chicago de los años 30.
-¿Y la ordenanza sobre ruido?
- -Está muy bien, habla claro, pero es papel mojado. Pasa como con las leyes de México, que las lees y piensas que es un país muy desarrollado pero no se cumplen. La policía hace sus informes y el gobierno municipal no hace caso, qué importancia van a tener las nuevas ordenanzas si no se van a aplicar. Va a acabar habiendo enfrentamientos entre vecinos y hosteleros cuando los afectados no confíen en el Estado porque no cumple su papel y empiecen estas cosas de las brigadas nocturnas, las asociaciones de vecinos delictivas para agredir y las peleas. No tendrían que darse, tendría que mediar el Concello.
-¿Tiene apoyo ciudadano?
- -En España, todavía hay una cultura al ruido como símbolo de actividad, pero está cambiando porque cada vez hay más afectados. Yo suelo hacer la comparación con las mujeres maltratadas de hace 30 años, a las que no hacían caso cuando iban a denunciar, había una actitud de tolerancia al maltratador. Con el ruido pasa lo mismo, contestan al afectado que no es para tanto porque la sociedad no ha desarrollado la tolerancia. De todas formas, si miramos cinco años atrás, en Ourense ya hay menos ruido, pero como en los países del tercer mundo en los que hay mucha basura ya están acostumbrados y no lo ven porque están rodeados de ella. Lo notas cuando ves el contraste.
-¿Qué solución hay?
- -La aplicación de las normas que cuando se ponen en marcha crean una realidad, como la Ley del tabaco, que supieron poner en marcha muy bien y cambió en tres días la situación del país.
-¿Y los fumadores?
- -Es inercia, si vas a un bar y quieres ver fútbol te quedas dentro y si quieres fumar, fuera. No puedes pretender tener todo a costa de los derechos de los demás y por un capricho de consumo opcional pisotear el derecho básico al descanso. Dormir es tan importante como comer, si lo imposibilitas estás atentando contra la vida de forma indirecta, se prioriza la condición de cliente sobre la de ciudadano.
-También se posicionó contra los altavoces de la plaza de Abastos
- -Si se aplicasen las ordenanzas no estarían. Encenderlos es como espolvorear una droga para que la respires. Imagina que la cocaína fuese legal y la pudieras espolvorear en tu casa, eso no daría derecho a que lo hicieses en un sitio público.
Ruido y espacio público
Armando Ojea
Imagine que una iglesia sacase un altavoz a la calle y obligase a oír misa a todos los ciudadanos en muchos metros a la redonda. Lo lógico sería protestar, pues asistir a misa debe ser algo voluntario. Los ciudadanos no tienen obligación de estar interesados en oírla. Posiblemente habría personas, religiosas, a las que les gustaría, aunque ello supusiera imponer sus gustos particulares a todos los ciudadanos. Serían los gustos de algunos contra los derechos de todos. Imagine, todavía peor, que en vez de una sola iglesia lo hicieran todas las iglesias y fuera imposible caminar por la calle sin oír misa.
Pues eso es lo que pasa con muchos locales de hostelería. Se consideran con derecho a sacar altavoces a la calle e invadir acústicamente el espacio público con sus contenidos sonoros. Claro que hay gente a la que le gusta oír el fútbol o la música de esos locales desde la calle. Pero, como en los casos anteriores, los gustos de algunos no pueden pisotear los derechos de todos. La calle no es una iglesia y tampoco es un bar o un pub. Pero parece imposible caminar por la calle sin tener que consumir obligatoriamente esos productos sonoros. Cuando deja de oírse uno, empieza otro. La hostelería no debe tener la bula que no tienen otros sectores para pisotear un derecho tan obvio como es el de no consumir un "producto sonoro" no solicitado.
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