Debate sobre el sistema educativo
Los límites de la autoridad docente
Los representantes de los tres pilares básicos de la educación -profesores, padres y alumnos- coinciden en la percepción de que el sistema educativo tiene problemas -convivencia, fracaso escolar, figura del maestro- y debe mejorar, pero discrepan en el cómo hacerlo.
Gemma Piqué, Sofía Mangiagli y Vicent Baggetto, durante el debate sobre el sistema educativo celebrado en Levante-EMV. ignacio hernández
MAITE DUCAJÚ VALENCIA El portavoz de los directores de los institutos de Secundaria, Vicent Baggetto; la presidenta de los padres de alumnos de la escuela pública, Gemma Piqué, y la de la Federació d'Estudiants, Sofia Mangiagli, han analizado en un debate organizado por Levante-EMV el estado del sistema educativo en la Comunitat Valenciana desde la perspectiva de la nueva figura de la autoridad docente.
AUTORIDAD EN LAS AULAS
Vicent Baggetto. Hay varios tipos: el respeto que el profesorado se gana día a día con los alumnos y el que se gana con la experiencia y esfuerzo, aunque hay quienes no lo logran en la vida. Otra cuestión es la cobertura jurídica ante una agresión. Ahí es donde la cosa flojea porque o no la conocemos o no sabemos dónde acudir. La figura jurídica reconoce la condición de autoridad pública y comporta la presunción de veracidad. En casos muy conflictivos, de palabra contra palabra, es dónde opera. Se entiende que el funcionario, profesor, expresa la veracidad del hecho.
Gemma Piqué. Creemos que no hacía falta llegar tan al límite como el Decreto de derechos y deberes de la Conselleria de Educación. La autoridad es el prestigio que se gana una persona. Padres y madres deben enseñar que a los maestros se les ha de respetar y apreciar porque son personas que están haciendo de tu vida un futuro. Ante esa virtud hay que enseñar a los hijos que el respeto está por encima de todo. Pero no entendemos el autoritarismo, la fuerza, el poder. Está claro que si hay un problema entre un maestro y un hijo o entre un profesor y una madre tiene que haber una reglamentación para que se pueda trabajar. Pero de eso a que el profesor tenga la última palabra... Es muy importante saber resolver conflictos y que cada uno diga su opinión. Con autoridad creo que no se enseña bien. Además, se habla mucho de la defensa del profesor, pero no de la defensa del alumno. Al maestro se le da autoridad para decidir por encima de los otros y eso me preocupa.
Sofía Mangiagli. Estamos en la misma línea que los padres, creemos que debe haber unas medidas pero con un límite. Si la última palabra la tiene el profesor, aunque el alumno tenga la razón, no hay justicia. La autoridad se le aplica a un profesor por medio de un decreto cuando la autoridad se la tiene que ganar, no se tiene que imponer.
PERDIDA DEL RESPETO
S. M. Puede ser, pero se tiene que dejar al alumno que participe en el centro, así mejora la convivencia y la relación de profesores y alumnos. Lo que hace falta es más inversión en la educación.
G. P. Si no analizamos la propia sociedad en que vivimos, mal vamos. Hemos pasado del autoritarismo a una permisividad total. Del todo se hace por decreto ley al todo vale. Hemos de saber llegar a un punto intermedio. Hace falta formación. Los padres no deben sacar las castañas del fuego al hijo, debe protegerlo y educarlo. Las normas de convivencia las deben crear las propias personas que las ejercen. Así, nadie diría nada. Eso significa convivencia, y no el decreto ley. El profesor tiene más herramientas para aplicar la autoridad en la clase, pero al alumno le da igual porque dice: "cojo a mi madre y viene aquí". Tenemos que sentarnos a dialogar.
V. B. Las tareas de mediación tienen toda la razón pero previamente debe haber un conjunto de medidas. El decreto supone un avance muy flojo respecto a la situación anterior. La Generalitat no dota a las direcciones de los centros de mecanismos ágiles. Continúa siendo garantista porque no hizo caso al informe que escribimos en su momento. Deja posibilidad de presión sobre el sistema, en este caso a las familias, que en mi opinión es excesiva. Dota de herramientas, pero continuamos con la manos atadas a la hora de hacer planteamientos. Como directores, reclamábamos una actuación mayor. No está claro cuál es el marco de actuación. Si yo me paso, hay quien me pide cuentas y me parece muy bien. La situación ha cambiado. La educación básica es obligatoria hasta los 16 años y estudia prácticamente todo el mundo. Pero antes venía un padre y aconsejaba al profesor dar dos bofetadas al hijo y, ahora, inmediatamente te denuncian.
S. M. En el caso extremo de tener que expulsar a un alumno, hay que prevenir antes de llegar a eso. Fomentar la convivencia.
G. P. Hemos de llegar al punto medio, ser permisivos y autoritarios. Llegar a acuerdos. Los hijos han de asumir las consecuencias de sus actos. Y los padres deben enseñar a respetar. Al final, en el día a día, cuando un profesor llega a clase, se arremanga y se gana el respeto, no hay tanto conflicto como cuando los profesores aplican el decreto ley: "porque yo lo he dicho".
EL PROFESOR COLEGA
V. B. Para nada.
G. P. Y los padres, tampoco.
S. M. No es que sean amigos, pero deben hacer caso a los alumnos. Cuando un compañero dice porqué hay que hacer esto y se le dice que el reglamento del centro está redactado por nosotros, lo hace. No porque lo impongan.
V. B. Me parece bien, pero hay que asumir que la relación formal de alumno/profesor ha cambiado. Ni el profesor puede volver a ser figura impositiva ni puede recuperarse el modelo del colegueo, agotado hace años, y que tuvo su momento histórico y sus motivos. Hay profesores que tienden a una cierta imposición entre comillas -en el sentido de que la figura impone autoritariamente- y otros, que sin el colegueo de los ochenta, tienen más proximidad con el alumno, por edad o carácter, por conexión. Creo que llegaremos a un modelo intermedio. Por otra parte, los actos que se hacen tienen consecuencias y eso el alumno de hoy en día no lo entiende.
S. M. No estoy en contra de un profesor con autoridad, pero con límites. Prefiero un profesor guay, que te dé confianza, a que te imponga y haya que respetarlo porque sí. Aprendo más del que me hace partícipe que del que echa el rollo y luego se va.
S. M. Decir que ahora nos hemos hecho vagos es la respuesta fácil al fracaso escolar. La educación no sólo es responsabilidad de los padres, sino también de toda la sociedad. Si un alumno no tiene ganas de ir al centro, o no se lleva bien con los profesores, y no siente ese proceso de educación que está viviendo, deja de acudir. Se nos tiene que dar confianza.
G. P. Antes, para aprender o ibas al colegio o no sabías. Pero ahora la vida te ofrece muchos mecanismos para aprender. Todo lo que te tengan que enseñar te lo encuentras en un ordenador. La formación del profesorado en nuevas tecnologías es muy importante.
V. B. Continúa habiendo una parte de transmisión del conocimiento que no se perderá nunca y, sobre todo, la capacidad de selección, de elegir información que está al alcance de casi todos, ayudar a seleccionar, focalizar. Y eso se puede ligar perfectamente con la cultura del esfuerzo del que hablamos. Lo que hay que exigir es una respuesta que esté basada siempre en el trabajo personal. Sin codos, no hay éxito educativo. El ambiente que se respira en la sociedad es que "ya me lo darán hecho", y así no vamos a ningún lado.
S. M. Pero el profesor debe motivar al alumno para que no baje los trabajos de internet.
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