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martes, 8 de junio de 2010

El dilema del ocio nocturno.

 

La convivencia de bares de copas y zonas residenciales ha sido fuente de conflictos pese a la proliferación de ordenanzas

Diario de Mallorca – 07-06-10

La calle de Punta Ballena en Magaluf cobra gran vida durante el 
verano.

La calle de Punta Ballena en Magaluf cobra gran vida durante el verano.  Foto: B. Ramon

Es uno de los dilemas hasta ahora irresolubles en la vida comunitaria del mundo contemporáneo. ¿Cómo combinar en un mismo contexto urbano el divertimento de unos en locales de ocio nocturno con el descanso de otros, los vecinos, en sus casas? El malestar expresado por residentes en la urbanización calvianera de Son Caliu con la apertura de una discoteca en las inmediaciones ha reabierto el debate acerca de esta cuestión.


Se trata de una controversia que en otras localidades de la Part Forana nunca se ha acabado de cerrar del todo, pese al recurso a la justicia y la proliferación de ordenanzas contra el ´botellón´. A las autoridades también les ha quedado la opción de apelar al civismo o destinar más agentes de policía.


El caso de Manacor es paradigmático. En los últimos años, en el centro urbano proliferaron los bares musicales, configurando un alternativa de ocio a la tradicional del núcleo costero de Portocristo y su célebre es Carreró. A medida que florecía esta oferta, lo hacía de igual manera el malestar vecinal. Los acontecimientos se sucedieron. Quejas de ruidos, suciedad, incivismo y, bajo presión, el Ayuntamiento actuó precintando ocho locales. Después, reabrieron. Y una treintena de vecinos siguieron adelante con la vía judicial con la interposición de dos recursos contenciosos-administrativos contra el Consistorio manacorí, al considerar que había actuado con pasividad en la defensa de los derechos fundamentales de los residentes.


La indemnización de 1,2 millones de euros que pedían fue desestimada por los tribunales, excepto en el caso de una familia de tres miembros que vivía al lado de un bar situado fuera de la zona de ocio. A ellos, la justicia sí les otorgó una compensación de 30.000 euros, según explican fuentes del departamento jurídico del ayuntamiento de Manacor. Aún queda pendiente la resolución del otro recurso. En el pleito, se puso de manifiesto una de las claves en este tipo de conflictos. Si un local de ocio cumple con la normativa, tiene las licencias al día y respeta los niveles de música permitidos, su posición suele ser inapelable. En estos casos, los problemas se centran en el movimiento de gente que se crea en el exterior de los bares. Problemas que padecen vecinos de una conocida discoteca del Port d´Andratx, que se quejan de que tras el cierre los jóvenes prosiguen con la fiesta en el exterior.


Si la opción del empresario es inapelable, a la administración municipal siempre le queda la opción de regular la jarana en la vía pública y su principal manifestación, el ´botellón´. Así sucedió en municipios como Felanitx. El alcalde Biel Tauler (PP) recuerda que en el verano de 2009 hubo problemas de marcha nocturna por ´botellón´ en las inmediaciones de una discoteca que tenía todos los papeles "en regla", en pleno casco urbano.


El ciclo tradicional de acción–reacción se activó: quejas vecinales y actuación municipal, principalmente por este caso, pero también por las protestas que se suscitan cada verano en Portocolom. El pasado abril, vio la luz una ordenanza reguladora del consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. Las sanciones que incorpora no son una anécdota. Las multas pueden llegar hasta los 3.000 euros y la norma establece también que los menores de edad podrían redimir multas por trabajos en favor de la comunidad. Está por ver aún el alcance de la nueva ordenanza, que entró en vigor la semana pasada y que se sitúa en la línea de la aprobada a principios de año por Sineu. Desde el equipo de gobierno, se argumentó que el pueblo no podía convertirse en un "basurero" como sucedió después del último gran concierto del verano. A veces sucede, sin embargo, que la regulación no es sinónimo de fin de los problemas. Lo ejemplifica la experiencia reciente de los vecinos de ses Comunes de Son Fiol, en Muro. Pese a que existe una ordenanza que prohíbe el consumo de alcohol en la vía pública, se suceden los "ruidos, las peleas y la suciedad en forma de orines y vómitos cada mañana" y la policía no actúa, se quejaban los residentes en la zona.

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