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domingo, 4 de octubre de 2009

Radiografía de una ciudad (Barcelona)

 

Edición Impresa RADIOGRAFÍA DE UNA CIUDAD (1)|ANÁLISIS  - Artículo de Jordi Sánchez: 'Barcelona, en el diván'

Las ordenanzas ya son estrictas, pero es necesaria una nueva gestión del espacio público

JORDI Sànchez,  El Periódico - 4/10/2009

Barcelona sigue siendo, a juicio de sus habitantes, una buena ciudad para vivir. No existe ningún indicio para pensar que la capital catalana sea percibida como un nuevo Titanic. Sin menoscabar a los que creen que la ciudad ha empeorado en los últimos dos años, podemos constatar el optimismo de los que creen que mejorará en los próximos dos años (6 de cada 10). Hay satisfacción contenida del presente de la ciudad y confianza en su futuro.

La seguridad ciudadana y la limpieza son las dos cuestiones que continúan mostrándose como el talón de Aquiles. No son asuntos nuevos, todo lo contrario. Lamentablemente, en estos dos temas la opinión ciudadana coincide con un deterioro objetivo de la realidad barcelonesa. Esta misma semana, el secretario de Seguretat Pública de la Generalitat, máximo responsable de los Mossos, reconocía la existencia de unas «cifras extremadamente elevadas de delitos» en la ciudad. Pero si la inseguridad y la suciedad son temas que podemos identificar como clásicos de las preocupaciones ciudadanas en Barcelona, la novedad de la encuesta de EL PERIÓDICO es que hace emerger los problemas relacionados directamente con la convivencia y particularmente identificados con el incivismo. El incremento en el último año de los que creen que este es el principal problema ha sido muy notable, especialmente en la degradación del entorno urbano y las normas de conducta personales.

Inseguridad, suciedad, incivismo y problemas de convivencia nos definen la gestión del espacio público en la ciudad como la esencia de los males de Barcelona. Es evidente que en Barcelona no hemos sabido encontrar el equilibrio entre una ciudad que vive volcada muy intensamente en sus calles, plazas, parques y jardines, y una ciudadanía que quiere seguir preservando una calidad de vida ya sea cuando hace uso de estos espacios (paseando, participando en fiestas, descansando en un parque) como cuando en su hogar se siente incómoda y molesta por el ruido que provoca en determinadas zonas de la ciudad el uso intensivo del espacio público por otras personas.

Tras la polémica de las últimas semanas, la prostitución también preocupa, y bastante. De hecho, es una cuestión que también nos habla de cómo se gestiona el espacio público de la ciudad. Pero especialmente interesante es la opinión casi unánime de que es preciso regularla. La ciudadanía pide a las instituciones una respuesta a esta problemática que estas de momento no están dispuestas a dar.

Los principales problemas que perciben los ciudadanos en esta encuesta tienen que ver con la especialización que Barcelona parece estar adquiriendo como ciudad reclamo, no solo de un turismo exterior sino de un modelo de ocio y disfrute, y hasta cierto punto de comercio y servicios. En cierto modo, las instituciones de la ciudad han perdido el control de la imagen que Barcelona proyecta. Hay incapacidad para orientar el mensaje e incentivar por un lado y limitar por otro los usos de los espacios públicos de la ciudad. Y esto se percibe y crea malestar.

Una parte de la solución de los problemas que la encuesta detecta pasa por las ordenanzas municipales, pero, como los hechos demuestran, no depende solo de eso. Barcelona tiene unas ordenanzas suficientemente estrictas en muchos sentidos como para poder concluir que además de garantizar su cumplimiento es preciso hacer algo más. Es necesaria una nueva gestión del espacio público, y de la manera cómo se haga dependerá también la capacidad de las instituciones para recuperar la imagen que Barcelona desea proyectar.

Barcelona se debate entre una ciudad vitalmente mediterránea y otra que se quiere racionalmente continental. Para evitar el malestar que esto provoca es preciso un pacto de ciudad, liderado por las instituciones pero con implicación ciudadana. Hay que redefinir los potenciales y los límites en el uso de los espacios públicos. Sin olvidar que es preciso, inmediatamente, más eficacia en temas como la limpieza y la seguridad ciudadana.

 

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