El País - Ed. Comunidad Valenciana - ROSA BIOT - Alicante - 09/12/2008
"Para mear hasta el wc has de andar" o "basta de ruido, queremos dormir", se puede leer en trozos de sábana pintados a mano y colgados en varias calles del casco antiguo de Alicante, en el Barrio. La siem
pre complicada convivencia entre el ocio y el descanso ha dado un traspiés en esta zona. Un grupo de vecinos escenificó en la calle hace algunas semanas su malestar por el ruido y la falta de civismo que sufren. El debate está servido.
Ubicado a espaldas del Ayuntamiento, el centro histórico es la principal zona de copas, punto de encuentro de un público muy heterogéneo que se mezcla sin prejuicios en este espacio mayoritariamente peatonal. No siempre ha sido así. Muy próximo al puerto, era hasta hace varias décadas el barrio chino de Alicante, punto de prostitución y trapicheo de drogas. Pero desde hace algunos años, su estratégica ubicación y la paulatina rehabilitación de los edificios se ha acompañado de un florecimiento de los bares y restaurantes en unas calles en las que, por otro lado, existen contados comercios pese a su proximidad al centro neurálgico, financiero y comercial de la urbe. El Barrio es, en resumen, una zona de copas con entre 80 y 100 establecimientos. Y ello, pese a que, por ejemplo, hace tres años la actual alcaldesa, Sonia Castedo, y ya en aquel momento edil de Urbanismo, anunciara ayudas para fomentar la apertura de negocios alternativos a los bares.
Los vecinos se organizan en busca de una convivencia posible y agradecen que el Ayuntamiento haya tomado cartas en el asunto, y los empresarios de pubs y bares defienden que, con alguna excepción, el problema es principalmente de civismo de una pequeña parte del público. El Consistorio, desde septiembre en manos de Sonia Castedo, reaccionó con dureza a las quejas vecinales y tras reforzar las inspecciones anunció que cerrará los locales que sumen tres infracciones. Esta decisión obligaría a los negocios a volver a solicitar la licencia de apertura, un trámite imposible porque en el casco antiguo está suspendida la concesión de permisos. El anuncio sentó muy mal a los empresarios, que insisten en que el problema está en la calle, no dentro de los locales, y que en algún caso consideran incluso "acoso" el anuncio de Castedo.
"No me des problemas, dame soluciones", comenta José Alberto, el propietario de uno de los bares. El empresario, que ha decidido cerrar su negocio en enero por la crisis, insiste en que habría que analizar cuál es el problema "real, real", y definir "qué se quiere hacer con El Barrio".
"Estamos hartos de la contaminación acústica, de que El Barrio sea el meadero de la ciudad y de que los bares se crean que es suyo", explicaba hace unas semanas Javier Jiménez, uno de los vecinos que organizó una teatral protesta en la calle para llamar la atención pública sobre su situación. "Queremos conseguir descansar los fines de semana", enfatiza. Jiménez habla de hastío por el mal comportamiento de los visitantes, de la "dejadez del Ayuntamiento", de que los bares hacen "lo que les da la gana". "No quiero cerrar ningún local ni me alegro, pero deben controlar sus decibelios", añade. Los vecinos están manteniendo diversos contactos con el mismo objetivo de reivindicar su derecho al descanso.
Los bares, mientras también han mantenido varias reuniones para analizar la situación. "Si un bar se pasa de decibelios, que lo multen, pero si el problema es la gente en la calle, que el Ayuntamiento lo resuelva de otra manera. Los bares, además, estaremos encantados de que lo hagan. A más presencia policial, más tranquilidad para bares y vecinos", explica el propietario de un negocio. La opinión es compartida por otros. "El problema está desde siempre. Que pongan control policial, lo que no puede ser es que la gente se pelee en la calle, mee o vomite en la puerta de tu casa", explican. "Si no fuera por los bares, esto sería un infierno, para ir con pistolas", coinciden un empresario y un vecino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario