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domingo, 22 de febrero de 2009

Comunidades de vecinos, cuando la realidad supera la ficción

 

Hoy - 22.02.09 - ESTEFANÍA ZARALLO

Comunidades de vecinos, cuando la realidad supera la ficción

REUNIÓN. Una comunidad de vecinos de Badajoz celebra una junta de propietarios sin ningún incidente. / JOSÉ VICENTE ARNELAS

Imagine que vive en un bloque de pisos y un buen día, cuando se levanta y se asoma a la ventana, descubre que el vecino de arriba ha colgado tiras de panceta adobada en las cuerdas del tendedero. Panceta que, por otra parte, está escurriendo el adobo sobre la ropa que dejó tendida la noche anterior.


Esta escena, que bien podría pertenecer a una película de Almodóvar, sucedió no hace mucho tiempo en un edificio de Badajoz. No es la única situación 'surrealista' que se da en las comunidades de vecinos donde a veces la realidad supera con creces la ficción.


Con respecto a la historia de la panceta, más tarde los vecinos averiguaron que se trataba de una costumbre culinaria china. Tras dejar que la carne macere en el adobo, aprovechan para colgarla y que así escurra el sobrante, y a los inquilinos de esa vivienda no se les ocurrió otro lugar mejor para dejarla que en el tendedero de la ropa.


'Vida' en el patio interior
Los patios interiores de los edificios suelen ser la principal fuente de conflictos entre vecinos. La construcción de los bloques hace que cualquier ruido de los patios se magnifique y que las conversaciones privadas pasen a ser de dominio público.
Además, muchos vecinos olvidan el civismo y 'confunden' el patio interior con el basurero, arrojando a él las cosas más insospechadas, desde piezas de fruta hasta los restos de una noche de lujuria. «Los vecinos que aprovechan las ventanas que dan al patio para fumar, suelen 'dejar caer' las colillas, llegando a quemar en algunas ocasiones las ropas tendidas», comenta Juan Antonio Martín, un administrador de fincas cacereño.


Lo más habitual es sacudir el mantel por la ventana, pero hay quienes, puestos a sacudir, aprovechan cualquier cosa que tienen a mano, por ejemplo, sábanas y alfombras.


Hace unos meses, una propietaria llamó a su administrador de fincas de Badajoz por este motivo. Su vecina de arriba se dedicaba a sacudir la alfombra por la ventana, y ella había optado por recoger y almacenar los restos para tener 'pruebas'. Cualquiera de las dos opciones son un tanto disparatadas.


Los vecinos de las viviendas de la parte inferior, que tienen acceso al patio, poseen el usufructo de éste, pero no su propiedad, por lo que no pueden construir nada y menos sin permiso, y deben contribuir a mantenerlo en buen estado. «Los vecinos de una comunidad se quejaban hace poco de que el vecino del bajo aprovechaba los domingos para hacer barbacoa, con las consiguientes molestias y olores», comentaba Sara Gamero, una administradora de fincas pacense.


Según ella, los problemas que se generan en los patios son debidos en muchas ocasiones a que los residentes son personas que antes vivían en casas y no están acostumbrados a convivir en comunidad.


Con respecto a las construcciones en los patios, algunas personas optan por transformar su piso de 80 metros en un chalet y construyen o instalan piscinas. Otros deciden levantar casetas para resguardar el aparato del aire acondicionado. «A veces empiezan haciendo una pequeña pared con la excusa de aislarlo y se termina haciendo un trastero con puerta y ventanas», comentaba un administrador de fincas de Cáceres.


Pero en cuanto a construcciones se refiere se lleva la palma un vecino de Badajoz que instaló en la azotea de su bloque un palomar con más de 80 aves que dejaba sueltas durante el día. Los vecinos, alertados ante la bandada que rondaba sus viviendas, tardaron poco en descubrirlo, pero costó algo más de tiempo que el propietario quitase de allí sus 'mascotas'.


Hay algunos vecinos que son menos diplomáticos con las mascotas y se toman la 'justicia por su mano', llegando incluso a envenenar a los perros del chalé contiguo porque ladran mucho, según comentó Juan Antonio Martín. «Aunque los vecinos nunca pudieron confirmar sus sospechas», añadió este administrador de fincas cacereño.


Nada es tuyo... Ni mío
«Un residente llegó una mañana a su casa y se encontró con que el vecino de enfrente había colocado una reja en mitad del pasillo para proteger su vivienda», comentaba Felipe Albarrán que se dedica a la administración de fincas en la capital pacense. «Más que uso a veces lo que se produce es un abuso de las zonas comunes», añade.


Los hay que incluso utilizan la acera a la entrada de sus chalés para construirse una plaza de aparcamiento con dos pequeños muros. Otros dejan objetos en las zonas comunes, como bicicletas o motos, incluso aprovechan para abandonar trastos viejos.


«En un edificio apareció un camastro en una zona común. Pusimos carteles instando al propietario a retirarlo, llamamos al servicio de recogida de enseres del Ayuntamiento y pusimos otro cartel advirtiendo de que determinado día se lo llevarían. Cuando llegó ese día, alguien había aprovechado y había dejado junto al camastro todos los trastos viejos de los que quería deshacerse», apuntaba desde Communitas en Badajoz Francisco José García, que lleva unos 8 años como administrando fincas.


Y como no el incivismo aflora de nuevo cuando algunos dejan la basura en las puertas de sus casas por tiempo indefinido a la espera de bajarla al contenedor en algún momento del día, lo malo es cuando el día se alarga indefinidamente.


Quien estuvo a punto de quedarse indefinidamente en un portal fue un repartidor de comida a domicilio de Badajoz. El edificio tenía una doble puerta y al atravesar la primera se fue la luz en todo el bloque, quedando 'atrapado' entre las dos puertas, sin poder llamar al telefonillo ni pulsar el timbre para que se abriese la segunda puerta.


Pero no todo son problemas y en la limpieza de las zonas comunes no suelen surgir conflictos, por lo general porque se encargan de ello empresas privadas. Aunque a veces la picaresca sale a relucir y hay presidentes de comunidad que piden a las limpiadoras que resten tiempo de trabajo de las zonas comunes y lo aprovechen limpiando sus propios pisos.


Aunque en un bloque de Badajoz tuvieron serios problemas por exceso de limpieza. «Unos inquilinos de origen latinoamericano limpiaban su vivienda arrojando cubos de agua al suelo que después recogían con la fregona. Al parecer era su costumbre, pero el vecino del piso inferior amanecía cada día con una gotera nueva», comentaba Francisco García.


Mucho, mucho ruido
Las quejas por ruidos en las viviendas suelen abundar entre vecinos que muchas veces transladan sus reclamaciones a las juntas, a veces por los juegos de los niños a horas intempestivas, aunque son los estudiantes y sus fiestas de los jueves por la noche los que se llevan la peor parte.


Tras ellas algunas veces aparecen desperfectos en los bloques. En un edificio de Badajoz arrancaron los adornos navideños de todas las puertas y en Cáceres vaciaron los extintores por el garaje, armando tal escándalo que los vecinos avisaron a los bomberos porque pensaban que se trataba de un incendio de verdad.
Y no son precisamente pisos de estudiantes los que últimamente proliferan en la región. A veces llegan a los administradores de fincas reclamaciones por parte de los propietarios con respecto a pisos que son frecuentados a todas horas del día por señores y en los que conviven varias chicas. Aquí la situación más que cómica, se convierte en molesta, y los ruidos son un tanto embarazosos.


A quienes no les importó el ruido, sino las 'presencias' no invitadas fue a dos vecinas de un bloque pacense que trabajaban como cuidadoras de personas mayores.


En el edificio había colgado un cuadro de un antepasado del propietario del inmueble y las vecinas alarmadas y muy asustadas exigieron que lo retirasen. Al parecer, aseguraban que el fantasma del antepasado del propietario se aparecía cada noche en sus viviendas.


Aunque el tema roza lo paranormal, lo que sí es cierto es que las 'visitas' inesperadas desaparecieron desde entonces. Y es que, a pesar de todos los problemas, hay edificios en los que hasta los espectros quieren vivir.

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