NUEVO: REVISION 2013 MAPA RUIDOS CASTELLON

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lunes, 15 de junio de 2009

Chiringuito nacional

 

Fernando Delgado – Levante – 14-06-09

Demasiado orden en la playa pretende imponer toda la izquierda y la derecha nacionalista que no quiere respecto de los chiringuitos de playa lo mismo que el PP, convertido en partido de la algarabía. Como se sabe, lo que propugna el PP es que los chiringuitos se instalen donde quieran, cobren las dimensiones que tengan a bien y nos dejen un huequecito en la playa, si a sus dueños les place. Y no es que la derecha clásica tenga nada contra el intervencionismo, que desde que necesita que el Estado intervenga soltando pasta para resolver la crisis que ha creado es de lo más intervencionista, sino que quiere que la costa sea como España, o como ellos ven España: un caos; un caos muy diver. O al menos eso es lo que se desprende de la defensa que Rajoy ha hecho del chiringuito como sea: «Forman parte de la identidad de España»; caótica, se entiende. Si será importante este asunto del orden de los chiringuitos que el mismísimo Rajoy ha recuperado el discurso patriótico de cuando se le rompía España por si ahora se le quiebra la patria por la costa dulce, y mi amiga Maruchi, una pija de izquierdas que no soporta tomar el sol sin que extienda la mano y le caiga una cerveza, tendrá que votar ahora al PP para evitarse andar 50 metros. Si hubiera entendido que los chiringuitos son una cosa europea hubiera votado a Mayor Oreja ya, pero como son pura esencia patria, lo dejará para las generales.


¿Cómo no le va a ganar a uno el alma un partido tan responsable como ese, que sale en defensa de los chiringuitos a mano, donde no sólo puede estar la vida de cualquiera en este verano que empieza, sino la memoria de tanta birra y tanto cubata y tantos amores de la arena? ¿Cómo no va uno a agradecerle al partido de la alegría que deje a cada chiringuito colocarse al filo de la ola, permitirnos la ilusión de que su barra nos parezca la del yate o el velero que no poseemos? ¿Cómo no se va a estimar lo que supone que en mitad de la playa nudista instalen el tapeo y el bebercio, sabiendo que Soraya Sáez de Santamaría no tiene ningún interés personal en ello, sino que el defensor de sus valores, Mayor Oreja, no quiere que salgamos en pelotas al paseo marítimo? Si usted creía, ingenuamente, que en la playa le iban a permitir descansar de la España del voto, lo siento, pero no se libra: hasta la marea puede tener ahora un runrún de demagogia y simplonería.


Y aparte. Comprendo que el chiringuito playero sea un motivo de especial confrontación en el Parlamento y no temas tan desagradables como el de la dependencia. Los retrasos negligentes de las administraciones de Murcia, Canarias, Madrid, Comunitat Valenciana y Extremadura hace que algunos dependientes se mueran mientras esperan las ayudas que llegarán cuando estén en el cementerio. Y dice el director de una asociación de gestores de servicios sociales lo que es de cajón: «Ningún desacuerdo político puede utilizar como rehenes a los ciudadanos más vulnerables ni especular con el sentimiento de las personas más necesitadas». Que los chiringuitos tomen las playas, si quieren, pero otros tendrán que tomar las calles si se deciden alguna vez a actuar frente a la miseria de quienes fomentan el desacuerdo para tener como rehenes a los desfavorecidos. Mientras, los que estarán hoy en la calle serán algunos consejeros católicos, responsables de esas negligencias, pero para acompañar devotamente al Corpus Christi, sin ningún remordimiento.

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