Tradición
´La música de Semana Santa no es ruido´, por Alan Antich
La Agrupación de Bandas de Música Procesional se ha creado para dignificar la actividad de estos músicos
LaOpiniondeMalaga – 02-04-10 - ALAN ANTICH
La concienciación ciudadana en lo relativo a lo que conocemos como ´contaminación acústica´ ha experimentado una notable evolución en los últimos años, aunque habría que recordar que la catalogación del sonido como ´agente contaminante´ no es en absoluto un fenómeno nuevo, sino que, al contrario de lo que pudiera parecer, ha estado presente siempre en el mundo.
Desde los tiempos más remotos, las personas han estado sometidas a una amplia variedad de sonidos, sumamente diversa en sus orígenes y en sus características físicas. La propia naturaleza es una fuente inagotable de ruidos, que en algunos casos, como en las erupciones volcánicas, los terremotos o las tormentas, pueden alcanzar una intensidad muy elevada. Sin embargo, los entornos acústicos más agresivos son una consecuencia directa de la actividad humana y se producen con especial relevancia en los lugares en que se concentra esa actividad, es decir, fundamentalmente en los medios urbanos y en los centros de trabajo.
Historia. La presencia generalizada de fuentes de ruido de muy diverso tipo en las antiguas ciudades fue ya mencionada por los clásicos. En este sentido, son muy conocidas las referencias del poeta hispano latino Marcial, que, en uno de sus Epigramas, se refería al carácter particularmente ruidoso de la Roma imperial, y describía cómo durante el día le impedían dormir los alumnos y el maestro de una escuela cercana a su casa. Cuando este ruido cesaba al fin, eran los horneros y los artesanos los que se encargaban de mantenerlo despierto. En lo que puede ser un precedente de las actuales ordenanzas municipales contra la contaminación por ruidos y vibraciones, se sabe que en esta misma ciudad se prohibió el tránsito de carretas durante las horas nocturnas con el fin de proteger en lo posible el sueño de los ciudadanos.
La contaminación acústica es hoy en día una de las mayores fuentes de molestia de las sociedades modernas, especialmente en los medios urbanos.
Es un hecho conocido por todos que las fuentes sonoras existentes en los medios urbanos presentan una extraordinaria variedad. A título indicativo, bastará con indicar que, en un estudio realizado por la Universidad de Valencia con el fin de analizar la molestia que dichas fuentes producen sobre los residentes en esta ciudad, se mencionaban en el cuestionario utilizado con tal fin un total de 38 fuentes sonoras diferentes, entre las que destacaban el tráfico rodado de vehículos, los ferrocarriles, los tranvías, los aviones, los helicópteros, las industrias y talleres, las obras públicas y la construcción o las escuelas, las campanas de las iglesias, los comercios y mercados.
En la ciudad de Málaga de todos es sabido la problemática de nuestras bandas de cornetas y tambores, de música y agrupaciones musicales a la hora de llevar a cabo sus ensayos en las condiciones óptimas para cada género, que, en el caso de las cornetas y tambores, pasan por el ambiente exterior como escenario de los mismos.
Con la entrada en vigor de la nueva ordenanza sobre ruidos, cualquier actividad ruidosa llevada a cabo en el medio ambiente exterior pasa a ser considerada como un emisor acústico, y como tal debe cumplir unos niveles máximos de inmisión en el exterior. La situación es ciertamente compleja, pues si uno se lee la ordenanza al pie de la letra, los niveles sonoros producidos por una banda ensayando en la calle, son equiparables a los producidos por un "botellón", un coche-discoteca o un compresor de aire acondicionado.
Convivencia. Es evidente que la finalidad de cualquier ordenanza es velar por una correcta convivencia entre los ciudadanos y en las mejores condiciones, eso nadie lo duda, pero entendemos que a la hora de penalizar ciertos agentes ruidosos, habría que tener en cuenta otras consideraciones además de los propios niveles de ruido que dichos focos ruidosos generan. En el caso de las bandas, gran parte de los malagueños pensamos que dicha actividad podría ser totalmente compatible con una cívica convivencia entre todos los ciudadanos, incluyendo a todos los que no comparten el gusto por este género musical, que son mayoría.
Partimos de que los defensores de esta tradición somos una minoría, como en general los cofrades; pero una minoría muy mayoritaria. En base a esta realidad tenemos que entender que es difícil hacer ver al resto de la ciudadanía que tocar un tambor y una corneta en la calle es algo que se hace ´porque siempre se ha hecho´, o intentar amenazar, desafortunadamente, con la posibilidad de ir perdiendo nuestras tradicionales procesiones si prohibimos a su banda sonora. Esto no es así. Tenemos que defender esta realidad de nuestras bandas musicales apelando a su carácter patrimonial y a la gran función socializadora que se realiza con los jóvenes que participan en las mismas. Detrás del fenómeno musical de las bandas se manejan unas claves que van más allá de las cofradías, la tradición o la propia realidad musical.
Tesis. Distintas disciplinas como la antropología, la sociología, la Historia o la psicología se dan la mano en este fenómeno. Algunas tesis doctorales y trabajos de investigación muy interesantes, como los realizados por el prestigioso antropólogo y profesor de la Universidad de Sevilla Isidoro Álvarez, acaban refiriéndose al fenómeno ´bandístico´ como un claro ejemplo del comportamiento típicamente andaluz, tanto por el carácter colectivo del mismo, como del entorno festivo en el cual queda enmarcado.
Es éste carácter colectivo o grupal de las bandas, así como la trayectoria de las mismas ligadas a determinados barrios de la ciudad donde han practicado sus ensayos lo que fomenta la aparición de vínculos psicológicos, afectivos y espaciales entre los músicos, que pueden ser explicados desde la psicología ambiental, dentro del paradigma sociocultural; donde el concepto de apego a la ciudad de Málaga, de identidad espacial y de grupo cobran una significación prioritaria para entender como se forman estos colectivos y por qué están vinculados a determinados espacios físicos de nuestra ciudad a los que dotan de un significado ambiental.
Este significado ambiental, que es proceso por el cual un espacio físico se convierte en un espacio significativo, es lo que hace que los clásicos barrios donde siempre se han escuchado las cornetas, como las de los Bomberos en Martiricos o Fusionadas en el Parque; y anteriormente la zona del antiguo Pasillo de Natera (hoy avenida de Fátima) con la OJE estén vinculados en la memoria colectiva de todos los que somos y nos sentimos malagueños como referentes y depositarios del patrimonio cultural musical de la Semana Santa.
Investigación. Una reciente investigación llevada a cabo por la doctora en psicología Clara Martimportugués y el que suscribe este artículo, en la cual se realizaron cuestionarios a más de 300 músicos pertenecientes a todas las formaciones de cornetas y tambores de Málaga, puso de manifiesto el profundo sentimiento de grupo existente en estas agrupaciones musicales, así como un notable grado de apego a la ciudad de Málaga y a los barrios donde se ensaya. Los resultados del estudio dieron cuenta de la gran importancia de mantener la actividad en la calle y en sus sitios tradicionales, por ser este factor ambiental fundamental en el desarrollo del sentimiento de grupo de los músicos. Además, el hecho de producirse en la calle añade un carácter igualitario a los miembros que lo practican, ya que en estas bandas nos podemos encontrar desde ingenieros, médicos o abogados, hasta jóvenes estudiantes o desempleados. El punto de encuentro en la calle, en el barrio de siempre, hace que se disuelva la identidad individual de cada miembro favoreciendo así la existencia e identidad de la propia banda.
También es digno de resaltar la gran labor formativa de estas bandas, muchas veces callada, y desde el anonimato, pero no por ello menos importante que la formación musical reglada. La gran mayoría de las bandas de cornetas y tambores poseen aulas de iniciación musical, donde los propios directores de las mismas ofrecen, de forma altruista, formación musical en solfeo y lenguaje musical, además de enseñar a los músicos a tocar los instrumentos. Éstos son los argumentos que el colectivo debe hacer llegar a la ciudadanía.
Para ello, para defender los derechos de estos músicos, para dignificar su actividad, para defender su carácter patrimonial y autóctono de Málaga, ha sido para lo que recientemente se creó la Agrupación de Bandas de Música Procesional de Málaga. Todo un hito en la ya centenaria historia del género. Por vez primera se agrupan y se constituyen en una entidad jurídica que los represente a todos, para poder defender sus derechos ante las autoridades, que ya reconocen a esta agrupación como interlocutor válido.
Los primeros frutos no han tardado en llegar. Aunque más tarde de lo deseable, se consiguió el permiso para volver a ensayar en la calle, y además, pasada la Semana Santa, los responsables de la agrupación, con Daniel Zumaquero Sánchez al frente, se sentarán con los responsables de Urbanismo y Cultura de la corporación municipal para encontrar una ubicación bajo techo donde las bandas puedan desarrollar su actividad el resto del año que no pueden estar en la calle. Esperemos que no se quede todo en promesas preelectorales, como hasta ahora. ?
1 comentario:
Mmm, interesante blog sobre el problema del ruido. Lo encontré por casualidad y me ha enganchado.
Tengo un blog sobre psicología ambiental y allí algunos artículos sobre el efecto del botellón, el ruido, contaminación,... quizás os interesen, echadle un vistazo:
http://psicoambientalia.blogspot.com
Publicar un comentario