ORGANIZACIONES SOCIALES DENUNCIAN QUE LAS ADMINISTRACIONES NO VELAN POR EL CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA CONTRA EL RUIDO
· Los locales de ocio, los aeropuertos y las carreteras, principales fuentes de contaminación acústica
· Una exposición continua a un ambiente ruidoso provoca alteraciones psicológicas que pueden ser graves a medio plazo
Madrid, 23 de abril de 2013.-
“El problema no es la normativa, sino su incumplimiento”. Así resumen la Plataforma Estatal contra el Ruido (PEACRAM), la Asociación Juristas contra el Ruido y la Fundación Vivo Sano la clave del problema que sufren millones de españoles por convivir a diario con un nivel de ruido por encima de lo aceptable. Hoy se celebra el Día Internacional contra el Ruido, y estas organizaciones han aprovechado la fecha para pedir una mayor sensibilidad social ante una cuestión que puede provocar serios problemas de salud a medio plazo.
“Se calcula que más de 9 millones de personas en España viven con ruidos que habitualmente superan los 65 dB, medida que delimita el máximo ruido que una persona puede tolerar sin que le afecte a su salud física o mental”, explica Irina Rodríguez de la Flor, directora de la Campaña contra el Ruido de la Fundación Vivo Sano. En España las principales fuentes de ruido son los bares y locales de ocio por la noche, y el tráfico, los aeropuertos y las obras durante el día.
Ignacio Sáenz Cosculluela, presidente de PEACRAM, quiere dejar claro que “el estar expuesto a un ambiente ruidoso no es una simple molestia, sino una auténtica violación de los derechos más fundamentales como el derecho a la vida privada, familiar, al descanso y a la salud”. De hecho, según explica el psicólogo Jesús Calvo, presidente de la Federación de Asociaciones para el Respeto Social y Urbano de Castilla y León, una exposición continuada a un ambiente ruidoso provoca alteraciones psicológicas como irritabilidad, fatiga, cambios de humor, pérdida de ilusión, depresión, pérdida de deseo sexual, síntomas que si persisten en el tiempo pueden devenir en trastornos graves.
“Cuando una persona está expuesta al ruido durante mucho tiempo como por ejemplo les pasa a los que tienen un bar de copas debajo de su casa, desarrolla lo que se denomina anticipación, y es que comienza a encontrarse mal ya el miércoles o el jueves, pensando en lo que le espera el fin de semana, ampliando el malestar y agravando el problema”, explica Calvo.
La exposición al ruido es muy perjudicial para los niños porque les provoca falta de concentración, distracción y retraso en el aprendizaje. Este experto explica que todos estos síntomas desaparecen cuando se elimina la fuente del problema, pero que conseguir un equilibrio es más complicado cuanto más tiempo pasa puesto que va quedando una impronta en el cerebro.
Las consecuencias de vivir expuesto al ruido no son exclusivamente psicológicas. El año pasado un estudio que realizó el Centro de Investigaciones de la Comisión Europea (JRC) y la Agencia Europea de Medioambiente (EEA) concluía que debido al ruido, los ciudadanos europeos pierden más de 100 millones de años de vida por muertes prematuras, daños en la salud y discapacitaciones, y colocó al ruido como el factor medioambiental más dañino para la salud después de la contaminación del aire.
La legislación es clara en este sentido y ampara de manera tajante el derecho de los ciudadanos a la salud y al descanso. Sin embargo, los expertos denuncian que el problema es su cumplimiento. Agustín Bocos, presidente de Juristas contra el Ruido, recuerda que la normativa española recoge suficientemente estos derechos con la Ley del Ruido (estatal) además de normas autonómicas o locales. “Hay muchos desaprensivos que deciden no cumplir la ley y además las administraciones no velan suficientemente por que se haga. Una vez el tema llega a los tribunales, siempre se suele fallar a favor del ciudadano, con fuertes multas para el local e indemnizaciones para los afectados, pero esto suele llegar al cabo de bastante tiempo”, argumenta Bocos.
La actual ley que prohíbe fumar en los bares ha agravado esta situación porque muchas personas se concentran en la puerta de los locales. Bocos explica que las normativas municipales también tienen contemplada la protección del derecho al descanso ante ruido excesivo en la calle, pero una vez más la complicación es cumplirlo. “En este contexto, solicitamos una mayor vigilancia de las leyes y además apelamos a la sensibilidad de los ciudadanos. Al final esto puede reducirse a una cuestión de educación”, concluye.
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