Noche en Santa Fe
Cuando el ruido hace daño
El Litoral - 05/01/09 - Arq. Manuel P. Víttori
La contaminación sonora implica la introducción en los hogares de ruidos o vibraciones, en niveles que producen alteraciones y molestias que finalmente resultan perjudiciales para la salud.
El ruido de las ciudades ha sido un problema para los seres humanos desde hace siglos. En la antigua Roma ya existían normas para controlar el ruido emitido por las ruedas de hierro de las carrozas que golpeaban las piedras de las calles y que alteraban el sueño de los vecinos.
Actualmente, la contaminación sonora en las ciudades es considerablemente mayor, y en muchas de ellas los niveles y variedad de ruidos exceden los límites aptos para la salud humana, siendo la primera causa de enfermedades que afectan el funcionamiento de los sistemas circulatorio, respiratorio, endócrino, inmunológico y en los sistemas sensoriales especializados del aparato auditivo.
A su vez, es una agresión que provoca daño lentamente pero de manera acumulativa. Más aún cuando esta problemática comienza a expandirse, perjudicando algunos barrios residenciales que por su propia esencia se caracterizaban por estar exentos de ruidos. A las soluciones hay que buscarlas con ayuda de las ciencias físicas, de la acústica, de la ingeniería y la arquitectura, y de las ciencias sociales y humanas
Por eso en varios países el ruido y la contaminación ambiental que produce, junto con la falta de seguridad, son unas de las principales quejas de los habitantes.
Tomando el toro por las astas
Para resolver el problema de la contaminación sonora, expertos en el tema recomiendan medidas coercitivas, derivadas de las leyes y el desarrollo de programas educativos, cuyos objetivos sean concientizar a la población a fin de que se involucre más en esa problemática ambiental.
En función de esto, muchas administraciones municipales y barriales han desarrollado y puesto en marcha distintas reglamentaciones con un objetivo común: controlar, regular y disminuir el nivel de ruidos, especialmente durante la noche.
En las ciudades de Córdoba, Rosario, Mar del Plata o Buenos Aires, y como manera de delimitar las acciones a seguir por la contaminación sonora que provocan los lugares de diversión nocturna, primero se comenzó por reconocer el problema para luego determinar cuáles son las faltas que más comúnmente se cometen y finalmente, generando normativas específicas a las que se puede apelar al momento de aplicar acciones correctivas que incluyen: limitaciones y regulaciones a las distintas fuentes de emisión de sonido (consolas de los boliches), obligación de uso de paneles acústicos, inspecciones permanentes, clausuras temporarias o permanentes a los infractores, etc.
Antecedentes
Antecedentes que legitimen la lucha contra la contaminación sonora no faltan. Para empezar, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los ruidos generan molestia y por lo tanto deben ser caracterizados como dañinos.
Por otro lado, el artículo 41 de la Constitución de la Nación Argentina (en la reforma del año 1994) garantiza a todos los habitantes el derecho a un ambiente sano y equilibrado y establece la obligación de particulares y autoridades de preservarlo. Sobre esa base, varias municipalidades y comunas han generado normas que contemplan la protección del medio ambiente, estableciendo los niveles de ruido permitidos por la emisión de música que se irradia a la vía pública y los horarios que deben respetar los locales nocturnos, previamente habilitados. También se han dispuesto operativos de control con ensayos y mediciones de nivel sonoro de ruido emitido.
Por su parte, la Ley Nacional de Tránsito Nº 24.449 ampara contra los vehículos que exceden los límites de ruido permitidos.
A nivel nacional, también existe una propuesta de Ley Nacional de Ruido redactada por un grupo de acústicos argentinos, que en el año 2007 fue aprobada por la Cámara de Diputados, la que contempla la problemática del ruido en forma integral.
Como ejemplo a tener en cuenta: en 2004 la Legislatura porteña aprobó el Proyecto de Ley de Control de la Contaminación Acústica Nº 1.540. Ese texto contiene la aspiración de someter a sus disposiciones "cualquier actividad pública o privada y, en general, cualquier emisor acústico que origine contaminación por ruidos y/o vibraciones que afecten a la población o al ambiente y esté emplazado o se ejerza en el territorio de la ciudad, sin perjuicio de lo establecido por la legislación vigente...".
Es a partir de esta ley que se ejecutan los controles correspondientes a fin de cumplimentar sus determinaciones. En su texto se presenta la clasificación de las áreas de sensibilidad acústica y los niveles de inmisión y emisión de ruidos y vibraciones producidas por los emisores acústicos, tomando como referencia las normas Iram correspondientes.
¿Qué pasa en Santa Fe?
Contrariamente de lo que sucede en otras ciudades argentinas, en Santa Fe el tratamiento de este tema es más light y permisivo, con muchos que opinan que los jóvenes son un producto de la sociedad con derecho a divertirse y que el negocio de la noche, además de entretenerlos, también genera nuevos puestos de trabajo.
Teoría que al parecer han comprado muchos funcionarios agregando que, por cuestiones de seguridad, esos centros de diversión es preferible que estén concentrados y emplazados próximos o directamente enquistados en la propia trama urbana, algunos pegados a zonas residenciales.
Estas teorizaciones evidentemente no consideran que los derechos de unos terminan donde comienzan los de otros y que los ruidos que se generan desde los boliches (música a alto volumen, gritos, escapes de autos y motos, etc.) perjudican seriamente a los vecinos. Daño que no sólo impide el necesario descanso sino que, además, baja notablemente el valor de las propiedades por las cuales el propio municipio sigue cobrando altos impuestos.
De este modo, en invierno en la zona de la Recoleta y ahora en verano en la tradicional Costanera, durante las noches y madrugadas de los fines de semana, los vecinos son sistemáticamente torturados por los ruidos sin control, no existiendo lo que los especialistas definen como la "noche acústica" que permita el necesario descanso.
Interminables noches donde la presión acústica y el ruido de la música a todo volumen proveniente de los boliches en vez de disminuir, aumenta hasta hacerse insoportable. Situación agravada especialmente por los tres que, insólitamente habilitados y sin ningún tipo de barreras acústicas, funcionan a "cielo abierto", dos en la Costanera Este y el otro frente al Club de Regatas.
Está claro que son las conductas inadecuadas de algunos empresarios de la noche las que producen la contaminación sonora. Pero también aquí hay una evidente responsabilidad de las autoridades municipales que no planifican ni controlan y justifican su inacción y falta de sanciones afirmando "no haber recibido denuncias a un número especialmente habilitado" que, curiosamente, nunca contesta.
Estamos hablando nada menos que de la calidad de vida de la gente y en Santa Fe sería bueno que de una vez por todas o la Municipalidad o la propia Justicia se ocupen del tema y le den una rápida solución.
En diferentes puntos de la ciudad, la diversión genera serios problemas de convivencia.
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