La Nueva España – 12-12-10
Evaluar es necesario, nadie lo duda. Pero puede conducir a organizar los servicios para conseguir buenas notas en las evaluaciones de manera que se olviden u orillen el verdadero objetivo. Temo que, en algunos casos, la enseñanza universitaria de medicina prepare a los estudiantes para el examen MIR, el que se hace para obtener una plaza de médico residente. Al final los estudiantes saben responder a las preguntas de ese examen pero pueden no ser tan buenos médicos. Me pregunto si acabará pasando lo mismo en la enseñanza secundaria, que preparen a los alumnos para la evaluación PISA.
La verdad es que el que España salga mal parada en esa evaluación debe preocuparnos. La educación como uno de los instrumentos con los que cuenta el Estado para mejorar la sociedad es uno de los baluartes de la república francesa que todos hemos imitado. Ya a principios del siglo XIX encargaron a un psicólogo, Binet, el estudio de las causas del retraso escolar infantil y las formas de remediarlo. Él fue el que ideo la medición de la inteligencia con un cociente, dividiendo la edad obtenida en el test por la real.
Las causas del retraso escolar son múltiples. Nos interesan más las corregibles, como puede ser los problemas de audición. En un estudio hecho en Perú, los niños pobres tenían entre 4 y 7 veces más probabilidades de padecer defectos auditivos. Una posible explicación es que la pobreza se asocia a mayor riesgo de enfermedades transmisibles, entre ellas las otitis. Otra la herencia: los padres con defectos auditivos tuvieron un rendimiento escolar bajo por lo que cayeron con más facilidad en la pobreza. Esta es la hipótesis que se desprende de un estudio en el que se examinaron más de 3.000 adolescentes en EE UU. Además de infección y susceptibilidad genética, hay muchas otras causas de disminución de la audición. El que más me interesa tratar es la exposición a ruido. Porque nos debemos preguntar cuánto está afectando a los niños y adolescentes la costumbre casi universal de escuchar música con auriculares, sin contar el volumen de ruido en discotecas y otros centros de recreo.
Que el ruido puede producir sordera es una cosa bien conocida. Hasta el extremo de que los niveles máximos tolerables de ruido en el trabajo están regulados por decreto y la sordera por ruido es una enfermedad profesional. La pérdida de audición por ruido se llama trauma acústico y tiene una forma característica.
En el estudio americano al que me refiero encontraron que casi el 20% de los examinados tenían problemas de audición y el 5% los tenía de tal calibre que una señal que un niño normal percibiría bien, para que ellos la oyeran había que amplificarla en 25 decibelios. Preocupa que este estudio, hecho en 2007, muestre cifras más altas que el realizado a finales del siglo pasado. ¿Cuánto se debe al ruido? En este estudio se encuentra que el 16% de los adolescentes tenían una audiometría compatible con trauma acústico. Sin embargo la exposición a ruido, bien sea por uso de armas de fuego o por estar en un ambiente de ruido alto más de 5 horas a la semana, no se asocia a pérdida de oído. Es posible que se deba a que los adolescentes no son muy fiables a la hora de responder. El que la audición de los tonos más agudos hubiera disminuido en los últimos años, lo que puede indicar más exposición a ruido, apoya el que hay más ruido en sus vidas. Por otra parte, un estudio australiano en niños encontró que el uso de auriculares para escuchar música, tal como decían sus padres, se asociaba a un incremento del 70% de pérdida de oído.
Cuando Tony Blair llegó al poder muchos británicos tenían grandes esperanzas. La sociedad se había dislocado y aunque la renta per cápita había crecido, los pobres eran más pobres y los servicios a la comunidad estaban deteriorados. En su primera comparecencia dijo: «mis prioridades son tres: educación, educación y educación». Era su estrategia para sacar a los pobres de la pobreza. Yo creo que no vale cualquier educación. Lo prueba el desempleo entre universitarios y la inmigración de gente educada desde países pobres. Independientemente de que la forma y la materia educativa sea la correcta, es necesario que los alumnos oigan bien. Por eso debe preocupar el uso tan extendido de auriculares para escuchar música a un volumen demasiado alto. Aunque las pruebas no son definitivas, todo apunta a que producen cierta sordera. Debemos advertir a los niños y adolescentes de ese posible riesgo y recomendarles moderar el volumen de sus cascos.
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