Murcia. Sobre el irreconciliable conflicto del ocio y el derecho al descanso.

 

En verano, el ocio de los decibelios

La Verdad - 10.07.11 - Murcia

PEDRO JESÚS VALERA DUQUE |

PRESIDENTE DE LA UNIÓN DE CONSUMIDORES DE ESPAÑA EN MURCIA

Si algo está mal concebido en su desarrollo, provocará problemas y estos son directamente proporcionales a la profundidad de la contradicción, el abuso o la ilegalidad. Este conflicto irreconciliable entre el ocio contaminante acústicamente y el derecho al descanso es en gran parte motivado por el desarrollo masivo y abominable del litoral. En efecto este ha dado como fruto zonas urbanísticamente incoherentes que confrontan las vacaciones familiares y el descanso nocturno, con la intensa contaminación acústica producida por los locales y zonas de marcha (aunque no sean los únicos responsables de este problema).

Todo ello conlleva conflictos eternos y durísimos entre los ayuntamientos y asociaciones vecinales, de consumidores, asociaciones de promotores…

Y sigue siendo imposible armonizar los intereses de personas y familias que quieren disfrutar del tiempo de descanso y de ocio y con las personas que quieren vivir la noche.

La dimensión económica

Esta es una región con un valor turístico importante. Debido a esto es comprensible y considerable que los llamados locales de copas pongan en valor los empleos que genera. La cuestión a plantear es si es necesario para mantener esa actividad que las zonas estén situadas cerca de las viviendas y urbanizaciones. Y nuestra respuesta es 'no'.

¿Quién podía creer que los polígonos industriales podrían ser zonas adecuadas para esa oferta nocturna? Es una solución factible ya que cuenta con buenas comunicaciones y servicios como iluminación, limpieza, proximidad a autovías, amplias zonas de aparcamiento y mantiene distancia con las zonas urbanas evitando accidentes.

Según la UE, las pérdidas económicas anuales a consecuencia del ruido ambiental son millonarias. Algunas de las causas son: costes sanitarios, baja productividad laboral, reducción del precio de la vivienda y de las posibilidades de explotación del suelo, etc.

La dimensión administrativa

La regulación dada por la Administración engloba un amplio abanico de herramientas. La norma fundamental que se utiliza es la anticuada Ley 1/95 de Protección del Medio Ambiente de la Región de Murcia, por otro lado se desarrolla las molestias de los ruidos, por el Decreto 48/98 de Protección del Medio Ambiente frente al Ruido. Dichas normas se han ido complementando con otras a nivel municipal. Pero los ayuntamientos han sido incapaces de solucionar, teniendo todas las herramientas en sus manos, este grave problema. Algo inexplicable a no ser que tengamos en cuenta que:

• La ubicación en el casco urbano de los locales, les aportan más ingresos en licencias de apertura.
• La influencia electoral que ejercen los propietarios de los locales hacen su efecto en las decisiones administrativas, a pesar de que los movimientos vecinales siguen reivindicándose por su descanso y la higiene de sus barrios.
• Las condiciones de aislamiento de los locales no se producen.

La dimensión de la salud, la más importante

Nadie pondrá en duda que puestos en valor los derechos que se conjugan en este conflicto, el que predomina debe ser sin duda el derecho a la salud. El ruido es ya considerado uno de los factores negativos para la calidad de vida y la salud por parte de los principales organismos y por los ciudadanos. Hay estudios que apuntan que más del 25% de los ciudadanos sufre ansiedad, estrés, falta de concentración, irritabilidad y agresividad a causa del ruido. Y, si trascendemos al plano puramente físico, hay un impacto directo en la pérdida de audición. Se trata de un efecto físico que depende únicamente de la intensidad del sonido. El ruido influye negativamente sobre el sueño, en mayor o menor grado según peculiaridades individuales, a partir de los 30 decibelios, mediante la dificultad o imposibilidad de dormirse.

La combinación de todos los factores anteriormente descritos ha convertido en inhóspitas muchas ciudades, deteriorando los niveles de comunicación y las pautas de convivencia. En consecuencia, un número creciente de ciudadanos ha fijado su residencia en lugares más sosegados.

UCE propone diversas líneas de trabajo para intentar resolver esta problemática que representa una plaga silenciosa de depresiones, ansiolíticos y bajas laborales:

• Acordar un pacto de prácticas de compatibilidad por parte de los empresarios del sector, las asociaciones de vecinos y de consumidores y usuarios.
• Actualizar y elaborar una normativa homogénea y para todas las zonas de conflicto acústico.
• Revisar los planes urbanos para el desarrollo de una adecuada armonización de usos del suelo y de las zonas urbanas.
• Una respuesta más rápida y firme de la Administración ante prácticas ilícitas y desleales.

Un conflicto que se convierte dí a día en endémico, debe solucionado por los organismos públicos que deben velar y hacer valer los derechos e intereses de los ciudadanos y en todo caso fomentar el dialogo y las buenas prácticas.