ESE RUIDO MISTERIOSO
La Región - 24-07-2011 - Mariluz Villar
¿Por qué se grita tanto al hablar?
¿Por qué en los establecimientos de todo tipo apedrean el cerebro ajeno con una música infame?
¿Por qué en el cine nos aturden con unas bandas sonoras infernales?
¿Por qué no se insonorizan los locales públicos?
¿Por qué tienen que estar las televisiones y las cadenas de radios en competición continua en volumen con los ruidos varios y las voces de los clientes?
¿Por qué las motos pueden ir por la calle atronando al viandante?
¿Por qué las audiovisuales ensordecen en cuanto vomitan la publicidad?
¿Por qué los coches pasan a todo trapo con altavoces que hacen vibrar el pavimento?
¿Por qué por cualquier acera los niños, o no tan niños, irrumpen peligrosamente con sus diferentes patines a riesgo de machacar callos indefensos y aturdir al pacifico paseante?
¿Por qué, por qué, por qué?
¿Hay quien conteste?
Estamos en la era del ruido. O sea que estamos en la era de los sordos, que así se va a quedar la humanidad si no se pone remedio a esta contaminación acústica. Tan grave es el caso, que al parecer a base de tanto estruendo, la tierra empieza a protestar. ¿Será posible? Pero, bueno ¿hasta la tierra, ya? En fin? Dice la extraña noticia que en determinados puntos del planeta se escucha un ruido desconocido y soterrado, claramente audible que proviene del subsuelo terrestre. Huy, qué miedo. Este fenómeno tiene en vilo a los lugareños, sobre todo a los habitantes del pequeño pueblo de Woodland, en el condado de Durham (Inglaterra).
El misterio surge de las entrañas del cuerpo que nos sostiene. ¿Extraterrestres despistados hartos de tanto guirigay sobre sus antenas? ¿Habitantes subterráneos enojados por haberles despertado de sus sueños? ¿Ratones gigantes antediluvianos, atrapados en una bolsa de aire en el intestino terráqueo que pugnan por salir para ver qué pasa por estos andurriales? Todo es posible. Incluso algún grupo de turistas perdido en las profundidades después una noche de juerga, que busca la salida que no ve. Destaca la noticia, que los afectados por ese zumbido sordo pero que molesta un poquitín, llevan varios meses sin poder dormir.
Esos no conocen lo que es bueno. Al parecer, no duermen todavía con ventanas a una calle de ciudad, en la que hay salas de fiesta. Cantos, peleas, griterío, destrozos de mobiliario urbano? Angelitos ¡pero qué sabrán ellos de ruidos!
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