VIZCAYA
Sonido y convivencia
El Correo - 08.02.11 - PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA |
Fue hace relativamente poco, en 2004, cuando los vecinos comenzaron a quejarse del ruido que generaban las canastas del parque de Doña Casilda. Y fue hace prácticamente nada, en octubre de 2009, cuando un juez mandó desmontarlas atendiendo las demandas de los propietarios del edificio Lezama Leguizamón. Hay a quien extraña que antes de 2004 el sonido del baloncesto no pareciese ser especialmente lesivo para el bienestar vecinal. Yo creo que es cosa del darwinismo. La evolución de la especie. Antes de 2004, los jugadores del parque éramos holgazanes aborígenes que le copiábamos los movimientos al 'Oso' Pinone. Nos meneábamos poco. Saltábamos más bien nada. No llegábamos a machacar. Nada había que celebrar en nuestro juego. Nunca nadie nos aplaudió.
El apogeo del descontento vecinal coincidió con la mejor época de las canchas. De pronto en las pistas había animación, diversidad y buenos partidos. Las nuevas generaciones están bien alimentadas, son convenientemente multirraciales y, en cuanto pisan la zona, despliegan habilidades de gran vistosidad atlética. No era raro que los fines de semana hubiese en el parque mucha gente jugando y mucha gente mirando jugar. El espectáculo era colorista, eléctrico, amistoso, competitivo y libre.
Cuando se desmontaron las canastas, el Ayuntamiento, algunos grupos políticos y el grueso de la ciudadanía coincidieron en que aquello era exagerado. Si el ruido superaba lo permitido de una manera «no desproporcionada», lo suyo era acabar con el excedente de ruido, no con el deporte inventado por el Dr. Naismith. Sin embargo, la época es por un lado puritana e hipersensible y por otro acomodadiza: se quitaron las canastas y no hubo nada. Ha tenido que ser un juez el que reanime lo que otro juez amortajó. La Justicia autoriza ahora al Ayuntamiento a medir los niveles de ruido en las canchas tras instalar en ellas materiales que absorban el estruendo. Si la medida funciona y las partes mantienen la calma, tal vez el baloncesto y los vecinos puedan convivir. Sería lo deseable, suponemos.
bilbao
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