El Ayuntamiento revisa los niveles de ruido en las zonas de ocio que declaró como saturadas en 2004
Desde hace tres meses lleva a cabo mediciones en Las Llanas, Las Bernadas y las calles San Juan y La Puebla para actualizar la ordenanza que hace siete años limitó la apertura de nuevos establecimientos en estos entornos
Los trabajos se han limitado al centro histórico y cuentan con la financiación europea del Plan Urban.
Los trabajos se han limitado al centro histórico y cuentan con la financiación europea del Plan Urban.
Diario de Burgos – 06-06-11 - SAMUEL DE ROMÁN - H.J. / BURGOS
Hasta hace unos años se consideraba uno de los males inherentes a la civilización. Vivir entre niveles de ruido por encima de lo razonable estaba asumido por quienes habitan las grandes aglomeraciones humanas. Si querías los servicios y las oportunidades de la ciudad tenías que soportar que te torturaran los tímpanos.
Pero un cambio de mentalidad asociado a una mayor conciencia ecológica y de la sostenibilidad medioambiental ha provocado que el ruido se haya convertido en un elemento más de contaminación por el que cada vez están más preocupados tanto las administraciones como los ciudadanos.
Ahora se esfuerzan en limitarlo para que no se vaya de las manos y el Ayuntamiento de Burgos lleva 3 meses trabajando en la actualización de los niveles de ruido en aquellas zonas de ocio que declaró como saturadas hace ya siete años. Se trata fundamentalmente de Las Llanas y Las Bernardas, pero también de los entornos de las calles San Juan y La Puebla.
En total fueron 22 viales que en septiembre de 2004 quedaron selañados y donde desde entonces ni se han concedido nuevas licencias para bares especiales (pubs y discotecas) ni se ha permitido la ampliación de los horarios a aquellos bares o cafeterías que han solicitado la transformación de su condición para trabajar en las franjas nocturnas.
Durante este tiempo la cuestión de las zonas saturadas no se ha librado de las polémicas, pues primero los hosteleros la recurrieron, luego llegó la obligación de instalar limitadores de ruido y posteriormente la modificación de los horarios de apertura.
Un decreto regional amplió el límite hasta el que pueden permanecer abiertos los bares especiales al mismo tiempo que permitía la reanudación de la actividad desde las 6 de la mañana. La consecuencia directa fue el surgimiento del fenómeno ‘after-hour’ gracias al cual algunos disfrutan de fiesta ininterrumpida empalmando las copas con el chocolate con churros y hasta con el almuerzo.
Con todos estos cambios, «el panorama de ruido que medimos en 2004 puede haberse modificado y eso es lo que queremos confirmar», apuntan desde el Ayuntamiento de Burgos. Por ello, y aprovechando una partida del Plan Urban, se contrató mediante procedimiento negociado (invitando a varias empresas y eligiendo la mejor oferta) un trabajo de campo que esperan tener listo en pocas semanas. El Urban, programa europeo de regeneración urbana, afecta únicamente al centro histórico y por eso Gamonal ha quedado fuera de este estudio pese a que el deseo de los técnicos municipales hubiera sido incluir a las llamadas ‘Bernardillas’ donde también hay una alta concentración de establecimientos de hostelería de apertura nocturna.
Iberacústica resultó ser la adjudicataria y desde Semana Santa han recibido su visita varios domicilios y oficinas situados en las zonas saturadas. Tras recabar los permisos oportunos, la empresa coloca un sistema de medición acústica en balcones o ventanas del primer piso, a unos cuatro metros de altura sobre el nivel de la calle. El micrófono graba durante 24 horas al día, fines de semana y jornadas laborables incluidas, y registra de forma automática unos resultados que los expertos posteriormente se encargarán de analizar para extraer conclusiones.
a información pública. Con todo ello, es probable que el mapa de las zonas de ruido saturadas se modifique por los cambios acaecidos durante los últimos años. Desde el Consistorio ponen un ejemplo que podría hacerse extensivo a otros casos: la calle Fernán González está declarada saturada desde su comienzo hasta el final, a la altura del Arco, y es probable que tras el cierre de algunos establecimientos y la ‘pacificación’ de su parte más alta sea conveniente levantar las limitaciones para el entorno que queda por encima de la Catedral.
Las determinaciones finales las marcará un documento que, antes de su aprobación definitiva, deberá salir a información pública y tendrá que pasar por el Pleno. A buen seguro oiremos hablar de esta revisión durante unos cuantos meses más.
Lo que se temía
El mapa de la contaminación acústica de la capital, que elabora la Junta en paralelo al trabajo municipal, corrobora que los principales ejes de tráfico superan los límites legales • El trabajo no estará completo hasta 2012
En paralelo a la labor de actualización de las zonas saturadas que ha encargado el Ayuntamiento de Burgos, la Junta de Castilla y León, a través de la firma Audiotec, está elaborando el llamado Mapa de Ruidos, un enorme trabajo de campo consistente en más de 500 mediciones acústicas que serán tomadas en al menos un centenar de puntos de la ciudad y que no estará listo hasta el año 2012.
Las labores comenzaron en marzo y por el momento están en una fase todavía primitiva, pero José Ignacio Riesco, director del departamento de I+D+i de la empresa que lleva a cabo los trabajos, explica que ya han podido confirmar lo que por intuición sabíamos todos: los grandes ejes de tráfico de la ciudad soportan niveles de ruido por encima de lo establecido legalmente.
Este mapa de ruido no incluye zonas de ocio nocturno sino que se ciñe la contaminación generada por el tráfico, el ferrocarril, el aeropuerto y las industrias. Y corrobora sin género de dudas que los vecinos de las calles principales (Vitoria, avenida de Cantabria o plaza del Rey, por ejemplo) viven en condiciones que las autoridades europeas y mundiales consideran inadecuadas para la salud.
Lamentablemente, no es nada sorprendente. De hecho, antes incluso de comenzar las mediciones de ruido Audiotec ya había realizado mediciones de aforo de tráfico y a partir de ellos señalaba como puntos críticos los ya mencionados, además de la rotonda de San Agustín o la plaza del Cid. Así que las primeras deducciones no han alarmado: «En todas las ciudades suceden fenómenos iguales», apunta Riesco, «y lo que se trata es de reforzar las buenas intenciones, que las administraciones contemplen el ruido como un elemento contaminante y se le proporcione la importancia que merece».
11 años después. La elaboración de un Mapa de Ruido viene obligada por la normativa regional del año 2009, que establece esta necesidad para todos los municipios de la región con más de 20.000 habitantes. Burgos cuenta con un mapa similar elaborado en el año 2000 partiendo de la normativa estatal, pero con una metodología muy alejada de las técnicas actuales y sin tener en cuenta el crecimiento demográfico y, sobre todo, físico, experimentado por la capital a lo largo de la última década, cuando han surgido nuevos barrios residenciales.
Los informes de la Agenda Local 21, que contempla el ruido entre uno de sus indicadores medioambientales, revelan un descenso paulatino del volumen de ruido en el conjunto de la ciudad pero pese a la mejoría se calcula (partiendo de estadísticas a nivel europeo) que en torno a un 20% de la población soporta a diario niveles de ruido excesivos.
Esto dejaría a unos 36.000 burgaleses en esta situación que se establece atendiendo a los umbrales que distinguen las horas diurnas (de 8 a 23 horas) de las nocturnas (el resto de la jornada). Durante el día el límite se sitúa en los 65 decibelios mientras que durante el tiempo de descanso lo tolerable está por debajo de los 55.
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