NUEVO: REVISION 2013 MAPA RUIDOS CASTELLON

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martes, 19 de abril de 2011

Tabaco, calor, terrazas, ruido

 

La Vanguardia - 18/04/2011 - Editorial

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La llegada del buen tiempo anima a los clientes de los bares a usar sus terrazas, tanto de día como en las horas nocturnas. Siempre ha sido así. Y ahora, con la entrada en vigor de la Ley Antitabaco, todavía más. A los ciudadanos que suspiran por una silla y un velador en el que tomar un café o una copa y, de paso, prendre la fresca, se suman aquellos que se ven expulsados de los locales públicos en los que ya no se permite fumar. El tabaquismo y el calor anuncian, pues, unas terrazas más concurridas de lo que hasta ahora era habitual durante la primavera y el próximo verano. Y, con las aglomeraciones, llegan –o llegarán, inevitablemente– los ruidos y las molestias a los vecinos que confían en dedicar la noche a descansar y recuperarse de las fatigas diurnas. El conflicto está, por tanto, servido.

Las cifras disponibles son muy indicativas. En el primer trimestre del año en curso, es decir, en los meses invernales, la Guardia Urbana ha registrado un incremento del 19% en el número de denuncias recibidas por perturbación del descanso y la tranquilidad de vecinos o transeúntes, ya sea mediante cantos, gritos, peleas u otras actividades que incomodan al vecindario. Y estamos hablando de los meses fríos, cuando la permanencia en una terraza debe ser propiciada con estufas y aún así no deja de presentar incomodidades. Todo hace pensar por tanto que con los calores crecerá la ocupación en las terrazas y los ruidos que de ella se derivan.Y ninguno de los agentes implicados en la disputa parece dispuesto a ceder. Los propietarios de bares se lamentan de las pérdidas producidas por la normativa antitabaco y ven en las terrazas una oportunidad para salvar el negocio. Sus usuarios, tabaquistas o no, redoblan su afición de siempre a estos locales.Y los vecinos no están dispuestos a dar un paso atrás en la defensa de su derecho al descanso.

Hemos dicho en otras ocasiones que la ciudad es el escenario del conflicto, pero también el de la convivencia. Será quizás inevitable que, en algunas ocasiones, ya sea por descuido o a sabiendas, el abuso y la desconsideración se impongan y los vecinos, impotentes, acaben reclamando la presencia de la Guardia Urbana para que reprenda a los alborotadores y, llegado el caso, sancione a los locales infractores. Pero lo ideal, obviamente, no es esto. Lo ideal, en términos generales, sería que los usuarios de las terrazas fueran lo suficientemente comedidos como para, sin renunciar a su tiempo de asueto, abonaran la tolerancia de los vecinos. Quizás esto no sea fácil. Pero no por ello habría que considerar tal posibilidad como algo imposible.

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