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lunes, 18 de abril de 2011

Extremadura. Mapa del consumo de alcohol en la calle.

REGIONAL

EL MACROBOTELLÓN VUELVE POR PRIMAVERA

Hoy - 17.04.11 - NATALIA REIGADAS |

  • La Ley Antibotellón de 2003 ha hecho que se limite a ciertas zonas, pero no ha logrado que desaparezca
  • Cada semana, más de 15.000 jóvenes se reúnen a beber en la región

EL MACROBOTELLÓN VUELVE POR PRIMAVERA

Se dice que el botellón se inventó en Cáceres. No existe forma de demostrarlo, pero lo que está claro es que esta práctica se ha asentado en Extremadura en los últimos 20 años. Este jueves y convocados a través de Internet, 5.000 jóvenes se reunieron en el ferial de Badajoz para beber. El botellón ya no es solo una reunión de amigos el fin de semana para tomar algo antes de salir, es una fiesta en sí, una forma de ocio con un enorme poder de convocatoria. Unas 5.000 personas se juntan en Badajoz, una cifra similar en Cáceres y entre 2.000 y 3.000 en Mérida. Esto, sumado al resto de localidades, supone que más de 15.000 jóvenes optan por esta forma de diversión en la región.

En 2003, cuando el fenómeno se hacía cada vez más grande, La Junta decidió regular esta situación con la conocida como Ley Antibotellón, que prohibió a los extremeños beber en la calle, salvo en zonas autorizadas. La intención era reducir los botellones, alejarlos de los cascos urbanos o incluso conseguir que desapareciesen. No pudo ser. Esta practica ha sobrevivido y se ha acomodado a la normativa.

«No es fácil ni adaptarse ni vivir ciertas cosas. Es una moda decadente y no porque decaiga, sino porque parece que los jóvenes solo quieren hacer esto y seguro que hay grupos que no. Lo único que podemos hacer es tratar de velar por su seguridad e intentar que no molesten», se lamenta Germán López Iglesias, concejal responsable de la Policía Local en la capital pacense.

La única forma de regularlo, tanto en el caso de Badajoz como en las otras ciudades, es hacer uso de la normativa de 2003. Debido a esta ley, los ayuntamientos extremeños tienen zonas para beber alcohol donde de jueves a sábado se reúnen cientos de jóvenes. Además, en las ocasiones especiales como ferias, navidades, carnavales o el final de los exámenes, el botellón muta y se convierte en macrobotellón con miles de personas reunidas en un punto para beber. En Extremadura se ha creado un verdadero mapa del consumo de alcohol.

Destaca ante otras ciudades Badajoz. Su mayor tamaño, su campus universitario y el hecho de contar hasta con tres zonas autorizadas para el botellón ha permitido que la capital pacense sea la localidad extremeña donde el botellón es más popular. La reunión de este jueves es solo un ejemplo, pero es en Carnavales cuando se baten récords con entre 15 y 20.000 personas en el centro de la ciudad.

El recinto ferial, el Nuevo Vivero y el Paseo Fluvial son las zonas autorizadas por el Ayuntamiento de Badajoz para beber, aunque durante las fiestas las normas se flexibilizan. Las dos primeras ubicaciones se encuentran alejadas del centro, mientras que la tercera está próxima a los bares más concurridos. Esta cercanía puede ser la causa por la que no abundan los botellones ilegales (fuera de las zonas autorizadas), aunque sí ha habido algunos casos en el barrio de Valdepasillas.

La lucha de los vecinos

En cuanto a los vecinos, las quejas son puntuales, aunque los pacenses que viven cerca del Paseo Fluvial, en las inmediaciones de Puerta Palmas, sÍ han denunciado en varias ocasiones molestias por el trasiego de jóvenes que van y vienen a la zona de botellón. A pesar de todo, Badajoz convive en cierta paz con este fenómeno. No fue así siempre. En los primeros años de existencia, el botellón se celebraba en puntos céntricos de la ciudad y puso a prueba la paciencia de muchos vecinos. Uno de los puntos más conflictivos fue Puerta Pilar y el parque llamado 'Los Cañones'. María Concepción Ramírez es una de las vecinas que encabezó la lucha por erradicar esta práctica de la puerta de su casa. «Era imposible vivir los fines de semana. El escándalo era atronador, la suciedad nos invadía, había destrozos, entraban en los portales...», recuerda.

Ramírez denuncia que incluso bajó el precio de las viviendas de la zona. «Yo puse en venta mi casa porque ya no podía vivir. No quería irme, pero no lo soportaba. Además de las molestias, se resiente la salud porque no descansas». Uno de sus peores recuerdos es avisar a una ambulancia porque vio a un chico de 13 años con un coma etílico. Ahora su pesadilla ha terminado pero sigue preocupada por el problema. «A mí me gustaría que se hiciesen cosas culturales y acabar con esto porque sé que está en otros sitios y lo sufren otros vecinos».

En Cáceres también hay ciertos vecinos molestos, especialmente los del entorno de la Plaza de la Concepción. El problema es que en esta ciudad solo hay una zona autorizada para beber, el recinto ferial, pero algunos jóvenes se niegan a trasladarse hasta allí y prefieren optar por el botellón ilegal en el centro de la ciudad. También hay brotes en contra de la normativa en el Olivar Chico de los Frailes y en el Paseo Alto y, en ocasiones, la Policía Local debe intervenir para dispersar a los participantes. También hay macrobotellones en primavera, al igual que en Badajoz, coincidiendo con el final de los exámenes universitarios.

Esta separación por zonas y la dificultad para trasladarse al ferial han provocado que los botellones cacereños reduzcan su número frente a las grandes convocatorias cuando se celebraba en su mítica Plaza Mayor. Sin embargo, repunta en cierta medida durante los festivales musicales como el Womad o el Play y cuando hay conciertos en el centro. La Policía se ocupa de que los asistentes no entren con botellas, pero luego se permite sacar bebidas de los bares, así que es una especie de botellón.

En Plasencia también abundan estas citas fuera de las zonas autorizadas. Ha habido varias denuncias a jóvenes que se reúnen junto a la muralla, en Torre Lucía, que era donde originariamente se celebraban estos encuentros. Curiosamente, sin embargo, es el botellón 'legal' el que más quejas reúne. El problema es que la zona de El Berrocal, la autorizada, estaba relativamente aislada cuando se trasladó allí. Ahora se han construido diversas promociones y los vecinos están puerta con puerta con cientos de jóvenes consumiendo alcohol. Ante esta situación, y tras numerosas quejas, los habitantes de la zona, organizados en la Plataforma contra el Botellón de Plasencia, han escrito una carta al Ayuntamiento para pedir que intervengan. En la misiva les relatan qué es un botellón para ellos.

«Un botellón es una concentración de jóvenes (muchos menores de edad), y no tan jóvenes, que se reúnen por el paraje del Berrocal cuando les viene en gana con la finalidad principal de consumir alcohol al ritmo de desmedidos decibelios procedentes de vehículos discoteca hasta altas horas de la madrugada y que dejan un mapa de suciedad y desechos, orgánicos e inorgánicos. Entre ellos, restos de comida, vomitonas, cagadas, meadas, latas, botellas, bolsas de plástico, envases, etc». La suciedad y el ruido también han suscitado las quejas de los vecinos de Mérida. En este caso, la zona autorizada es el recinto ferial y no hay problemas, pero hay grupos minoritarios que lo celebran cerca del río o en el polígono Carrión. También hay problemas durante el Carnaval y la feria porque la gente se lanza a las calles del centro.

En otras localidades, como Don Benito, Villanueva, Navalmoral de la Mata o Trujillo también hay botellones, aunque de tamaño más reducido. Eso sí, en momentos puntuales, como las fiestas patronales, aparecen los macrobotellones y con ellos, la polémica.

Menores, coches y alcohol

Uno de los argumentos que más usan los detractores del botellón es que incita a beber a muy temprana edad, ya que es difícil controlar que no participen menores. De media, los asistentes a los botellones tienen entre 14 y 25 años. Otro problema es que la mayoría de las zonas autorizadas están alejadas del centro y, aunque muchos ayuntamientos han optado por establecer líneas de autobuses para trasladar a los jóvenes, hay quienes siguen optando por ir en coche, con el peligro que conlleva combinar alcohol y carretera.

Para López Iglesias, la clave es intentar equilibrar la situación. «Esta cultura del botellón, los que tenemos una cierta edad, ni la entendemos ni la entenderemos, pero convivimos con ello. Hay que intentar que ellos tengan seguridad y que no molesten a los vecinos».

Los bares también están en contra de esta practica, ya que les resta clientes. Por contra, el mayor argumento de los defensores del botellón es que precisamente eligen esta opción porque no pueden pagar los precios de los hosteleros. También alegan que se trata de una forma de socializarse.

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