NUEVO: REVISION 2013 MAPA RUIDOS CASTELLON

Está a exposición pública la revisión del plan acústico municipal de 2007. Consulta los documentos pinchando en este enlace.

sábado, 9 de abril de 2011

Granada. Caracterización de paisajes sonoros.

Cultura-Granada

Premiado un proyecto para caracterizar los paisajes sonoros de Granada y su entorno

Los investigadores quieren 'traducir' las percepciones subjetivas de los sonidos a valores medibles

Ideal - 09.04.11 - INÉS GALLASTEGUI | GRANADA.

El objetivo final es incorporar la calidad sonora a los planes de protección ambiental El ruido de un motor es aceptable en una ciudad, pero se tolera mucho peor en plena naturaleza 

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¿Cuándo un sonido se convierte en ruido? ¿Por qué un grifo que gotea provoca insomnio? ¿En qué momento el trinar de los pájaros pasa de bucólico a estridente? ¿El ruido de un motor es aceptable en el centro de una ciudad e intolerable en un parque natural? A estas y otras preguntas responde el trabajo del grupo de investigadores encabezado por el profesor Diego Pablo Ruiz Padillo, que acaba de ganar uno de los tres premios de Medio Ambiente que concede cada año la Caja Rural de Granada. El galardón, dotado con 3.000 euros, servirá para realizar una caracterización sonora de Granada y su entorno, aunque esta metodología es exportable a cualquier otro territorio. El objetivo es clasificar las diferentes zonas en función de su interés acústico y establecer medidas de protección para evitar la pérdida de los paisajes sonoros.

Ruiz Padillo, que entre 2005 y 2008 fue investigador principal del proyecto que realizó el mapa sonoro de Granada por encargo del Ayuntamiento, es profesor titular de Física Aplicada y miembro del Laboratorio de Física y Acústica Ambiental de la Facultad de Ciencias, del que también forma parte el profesor Titular Ángel Ramos, del departamento de Ingeniería Civil de la Escuela de Caminos, Antonio Torija, contratado postdoctoral, y dos investigadores en formación.

El especialista explica que la legislación aprobada en los últimos años -la Ley del Ruido, sus dos decretos de desarrollo y el Código Técnico de Edificación- ha supuesto un avance enorme en materia de contaminación acústica. El ruido, recuerda Ruiz Padillo, es uno de los motivos de quejas más frecuentes por parte de los ciudadanos. Sin embargo, el criterio habitualmente empleado para caracterizar un sonido -su potencia e intensidad, que se miden en decibelios- no es suficiente en todas las situaciones: no se tiene en cuenta la calidad del sonido.

Ruiz Padillo pone un ejemplo muy gráfico: un grifo que gotea en la casa del vecino no supera los 30 decibelios, por tanto según los criterios normativos es apto para un dormitorio: entra dentro de la legalidad. Y sin embargo, como todo el mundo sabe, la gotita de marras es capaz de provocarnos un ataque de insomnio en toda regla.

El grupo de investigación que encabeza este profesor lleva ya varios años ahondando en ese concepto de calidad sonora, y para ello ha elaborado una metodología capaz de 'traducir' esa calidad a valores medibles en el espectro sonoro, es decir, en la frecuencia de los sonidos.

Ecología acústica

Ruiz Padillo y su equipo forman parte de un movimiento internacional surgido en los últimos años, el de la ecología acústica, que estudia lo que denominan «paisajes sonoros». La idea es que cada entorno, natural o artificial, urbano o rural, tiene sus propios sonidos y, en algunos casos, estos deben ser protegidos. Es inevitable asociar a un paisaje campestre el trinar de los pajaritos, el rumor del viento en las hojas de los árboles, el zumbido de los insectos y el borboteo del agua en el arroyo.

«Teniendo en cuenta la frecuencia, hemos definido un índice de agradabilidad del sonido -señala el experto-. Por ejemplo, el sonido de una excavadora en unas obras es molesto, tiene frecuencias medio-altas y de tipo tonal, resulta muy desagradable. El ruido de una fuente puede que tenga los mismos decibelios, pero es agradable, no son iguales desde el punto de vista perceptivo». Es muy importante que el sonido sea «adecuado» al entorno en el que se encuentra: «Si uno va a un parque natural, no espera oír el ruido de una moto, y por eso le molesta más». El grupo ha realizado encuestas en las que ha concluido que el estruendo del tráfico de la autovía les resulta intolerable a los paseantes del Parque García Lorca, porque está fuera de lugar en un entorno en el que uno espera escuchar el rumor del agua y las risas de los niños. Ese mismo ruido deja indiferentes a los transeúntes del Camino de Ronda, porque lo tienen asumido.

El proyecto presentado al concurso de la Caja Rural ya tiene un antecedente: el proyecto 'Paisajes sonoros del Valle de Lecrín', encargado por la UGR y la Diputación de Granada, y también un proyecto de investigación actualmente en vigor, financiado por la empresa constructora Nacimiento, afincada en Granada y Motril, en el que se caracterizan los paisajes sonoros de toda una comarca en función de su valor sonoro y se propone una zonificación del territorio con criterios acústicos.

Uno de los objetivos de esta línea de trabajo es «poner en valor» los paisajes sonoros, es decir, difundir entre la población una percepción positiva del sonido, y desterrar la idea de que toda fuente sonora es molesta. Estos investigadores han elaborado un índice de calidad sonora (SQI) que evalúa «el nivel de calidad del paisaje sonoro, en función de su grado de naturalidad, de la ausencia de focos ruidosos procedentes de la actividad humana y de la percepción que se tiene del paisaje sonoro por parte de la población que está en contacto o interactúa con él».

De 0 a 100

Las áreas sonoras degradadas tienen un SQI de entre 0 y 40, en una escala de 0 a 100. Son «paisajes sonoros caracterizados por la presencia de fuentes ruidosas. Se trata de áreas sin restricciones debido a su muy bajo valor sonoro». En el otro extremo, con SQI de entre 86 y 100, estarían las áreas con especial interés sonoro, «caracterizadas por la ausencia de focos ruidosos de magnitud. Aparición de paisajes sonoros dominados por sonidos naturales, procedentes de amplias masas de vegetación, grandes colonias de avifauna, la presencia de importantes cauces de agua, etcétera. Se trata de áreas que requieren especial protección debido a su muy alto valor sonoro. Son áreas con restricción total de actividades, instalaciones e infraestructuras».

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En sus mediciones, los investigadores utilizan, además de sonómetros que recogen variables objetivas de los sonidos, unos cuestionarios en los que se pide a los encuestados que describan un sonido en función de diferentes criterios: silencioso-ruidoso, agradable-desagradable, relajante-irritante, tranquilo-perturbador, tolerable-intolerable, cercano-lejano, continuo-discontinuo, suave-brusco, variado-monótono y predecible-caótico, entre otros.

En aquel trabajo previo en el Valle de Lecrín, los investigadores realizaron unas 600 encuestas a la población. En su nuevo proyecto, quieren montar un laboratorio con ese objeto para analizar la percepción de los diferentes paisajes sonoros cuando no están vinculados a un determinado entorno visual.

Como resultado de aquel trabajo, se encontró que en algunas zonas del valle la topografía hacía un efecto rebote que creaba unos paisajes sonoros muy valiosos y característicos. A juicio de Ruiz Padillo, también en el entorno urbano de Granada se podrían encontrar esos lugares especiales y uno de ellos será, con toda probabilidad, la Alhambra. Por eso el grupo está gestionando los permisos necesarios para caracterizar desde el punto de vista acústico el monumento nazarí en un futuro.

El objetivo final de esta investigación es «incorporar esta metodología de medición de la calidad sonora a los planes de protección del medio físico». Con ello se podrían establecer medidas de protección de unos valores que hasta ahora no se tienen en cuenta. Así, los sonidos agradables pueden ser conservados, primero, protegiendo las fuentes que los producen -fauna, flora, cursos de agua...- y, segundo, eliminando los ruidos. Por ejemplo, un estudio de impacto sonoro permitiría corregir el trazado de una autovía para evitar que destruya paisajes sonoros de gran valor, igual que se tiene en cuenta que no cruce por zonas donde habitan especies en peligro de extinción. «Si estos criterios se incorporaran a los planes de protección tendríamos una herramienta muy clara para prohibir, por ejemplo, el tráfico de motos de trial en los parques naturales», recuerda.

Por el momento, Alemania es el primer país que empieza a proteger legalmente los paisajes sonoros, en concreto en la zona de la Selva Negra. Sin embargo, Ruiz Padillo asegura que las administraciones son cada vez más sensibles a esta nueva forma de ver -o mejor dicho, de escuchar- la naturaleza.

Cultura-Granada

Trinos y rumor de hojas para enmascarar el ruido del tráfico

Ideal - 09.04.11 - I. G. | GRANADA

Los alemanes han llevado el concepto del paisaje sonoro hasta sus últimas consecuencias: un grupo de investigación que colabora con el de la UGR realiza un experimento para enmascarar los ruidos desagradables en Berlín. Se trata del proyecto 'Nauener Platz: remodelación para jóvenes y mayores'. El objetivo de esta iniciativa, que comenzó a finales del año pasado y aún continúa en marcha, consistió en reproducir en la plaza Nauener grabaciones de sonidos naturales que evocan el campo, la brisa, el río, así como música agradable. Esos sonidos se suman a los típicos del entorno urbano, pero, en vez de crear una sensación de escándalo, lo que hacen es «enmascarar» los ruidos molestos del tráfico.

Los investigadores de La Universidad de Granada quieren realizar un experimento similar aquí, y para ello pedirán permiso al Ayuntamiento de la capital o al que se preste a esta curiosa experiencia. Eso sí, advierte Diego Ruiz Padillo, en entornos muy degradados no hay nada que los pajarillos puedan hacer.

1 comentario:

MOT dijo...

Enhorabuena Diego Pablo y gracias por trabajar en este campo de los paisajes sonoros, un gran avance para todos. MOT.