Zamora, además de por la Pasión, será conocida en días venideros por el macro botellón que la juventud convoca para el Jueves Santo.
La Opinión de Zamora – 16-03-11 - DELFÍN RODRÍGUEZ
Más de uno, en un ejercicio de doble moral, se ha echado manos a la cabeza. No comprendo el deseo de coartar la libertad a la hora de consumir alcohol, cuando el de drogas es moneda de uso corriente.
En ningún caso debe promoverse o divulgarse el consumo, pero aceptarlo como un mal inevitable y controlar que la ingesta se desarrolle en los mejores términos posibles de salud y seguridad, es deseable. No conozco a ningún joven de ahora ni de ayer que, en algún momento de su vida no haya sacado los pies del tiesto.
Con frecuencia olvidamos que los adultos fuimos jóvenes y que nuestras conductas no eran las mismas, sencillamente, porque el alcohol expendido por los bares estaba al alcance de nuestro bolsillo.
Las moralinas a que somos tan dados, tienen su exponente en Ángel Espadas, concejal del Ayuntamiento de Santiago de Compostela que se constituyó en el azote de los botellones locales y ha caído en el pecado que denunciaba. El ángel fue detenido por la guardia civil cuando dormía plácidamente, completamente borracho, en su coche ante un semáforo. La tasa de alcoholemia fue como para tumbar a los agentes que le pusieron el soplete: 0,79 miligramos de alcohol por litro de aire aspirado.
El edil ha formalizado su renuncia como candidato a las próximas elecciones municipales y ha hecho bien, pero podía no haberlo hecho. Casos peores hemos visto. Como presidentes de Gobierno tambaleándose en actos públicos, o tocando el culo a señoritas, sin que se hayan retirado de la vida pública ni nadie se haya rasgado las vestiduras por la eternidad.
Yo creo que lo grave no es que se haya cogido una juma, sino que para seguridad del prójimo no haya tenido la prudencia de dormirla en un sitio de poco tráfico, como la barra del bar. El alcohol es un feo vicio con el que convivimos y que debemos erradicar de nuestras vidas o aprender a dominar. Sobre todo cuando ya tenemos muy largos los pelos de las piernas.
Más grave que el concejal la pescara parda, fue que alguien filtrara la noticia y el gobierno local socialista le diera difusión. No se puede colgar en Internet un atestado de la policía local antes de que se haya comunicado al propio interesado. Aunque no me cabe duda que, en caso contrario, el resultado hubiera sido el mismo: aprovechar políticamente un error humano en el que desgraciadamente muchísimos humanos caemos demasiado a menudo.
El señor Espadas, cuando el alcohol se le disuelva en el cerebro, volverá a la política. Nadie, por írsele la mano con la botella, ha sido condenado para siempre. Ni tan siquiera cuando la mano se les ha ido con la pistola. Buenos ejemplos hemos tenido en el parlamento vasco, donde asesinos confesos han ejercido su tarea como si tal cosa.
Las moralinas de los políticos no pasan de ser cínicas apologías cuando ves la conducta de especímenes como la vicepresidenta de la Generalitat catalana. La política estuvo mintiendo largo tiempo al personal, al fingir ser licenciada en psicología.
Joana Ortega, como el tío la bota santiagués, son el paradigma del predicar sin dar trigo. La señora ha pedido disculpas y con eso está todo arreglado. Lo lamentable es que, nada más pedirlas, ya estaba engañando otra vez, al decir que incluir en su curriculum la licenciatura que no tenía, fue un «error involuntario». Vamos, que el ordenador se volvió loco y le regaló la carrera. Es como si tras las disculpas, el concejal borrachín volviera al ayuntamiento con la bota al hombro.
delfin_rod@hotmail.com
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