Ni talento, ni talante.
La campaña “sábanas blancas”, consistente en colgar esas piezas de tela de las ventanas y balcones de la ciudad, en silenciosa protesta por la permisividad del ayuntamiento de Santiago con la contaminación acústica, en lugar de hacer reflexionar a los responsables políticos sobre la realidad de problema denunciado, lo han convertido en un problema en sí mismo objeto de la correspondiente denuncia.
La concejala del ramo, cuyo nombre omito para ahorrarle la vergüenza, amenaza con sancionar a todos los vecinos que cuelguen las sábanas. El gesto de rancio autoritarismo que exhibe no sabemos si tiene relación, siguiendo a Freud, con alguna incontinencia infantil, o si realmente quiere acabar con esa tradición de colgar temporalmente símbolos de toda índole (deportivos o patrióticos).
Pero lo que debería abochornarle a la susodicha regidora es que la sociedad civil compostelana se haya apropiado como denuncia de un lema, “Santiago sen ruidos”, que debería ser el eslogan del buen gobierno municipal en material medioambiental. En Salamanca su consistorio lo ha utilizado como campaña de concienciación social y control de los ruidos, mientras que en Santiago se ha tomado como una afrenta política.
Quien minimiza el sonoro problema nocturno que tiene esta ciudad, quien priva a los policías local de disponer de sonometros para acreditar las denuncias y medir el grado de contaminación acústica, y quien reacciona a la crítica huyendo como un elefante en una cacharrería, demuestra no sólo muy poco talento para ocupar ese cargo público, sino, sobre todo, muy poco talante para ejercerlo con dignidad.
http://santiagosinruido.wordpress.com/2011/02/16/multas-incomprensibles/
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