TORRELAVEGA
«Me da pánico asomarme a la ventana»
Los vecinos de una calle de Barreda, que viven pegados a la autovía A-67, reclaman mejoras en la seguridad de sus viviendas
El Diario Montañés - 01.05.11 - FERNANDO DE LA IGLESIA | TORRELAVEGA.
Isabel Maza asegura que no puede dormir cuando sus nietos se quedan en su casa, por el temor a que se produzca un nuevo accidente como el sucedido en 2006. / Foto: Luis Palomeque
La Asociación de Vecinos de El Salvador (Barreda) reclamó hace unos días al Ayuntamiento la instalación de paneles contra la contaminación ambiental y acústica en la A-67, que une Torrelavega y Santander. Los vecinos, cuyas viviendas distan veinte metros de la carretera, decían estar «cansados» por no poder dormir. Pero un kilómetro más adelante, la situación es aún peor. Diez vecinos de la calle Concesa Josué viven pegados literalmente a la autovía, sin paneles de por medio que les resguarden del ruido, del polvo o de posibles accidentes. Y nadie, de momento, se acuerda de ellos.
Aseguran sentirse «abandonados» e «indefensos» frente a los vehículos que a diario transitan por un tramo con una doble curva y de escasa visibilidad. Hace doce años les prometieron unas pantallas en el borde de sus fincas, pero la promesa ha quedado en papel mojado. «Nos pidieron permiso para colocarlas», explica Fernando Rubio. «Al principio me mostré un poco reacio, porque en más de una ocasión me he visto obligado a saltar con mi hijo a la autovía para socorrer a accidentados, y con los paneles ya no podríamos echar una mano», añade. «Pero acepté finalmente porque aumentaría nuestra seguridad y nos dejaría vivir algo más tranquilos, con menos ruido del habitual».
Con miedo en el cuerpo
Su esposa, Isabel Maza, ha estado cinco años sin mirar por la ventana de su habitación. En noviembre de 2006, un camión estuvo a punto de llevarse por delante su casa y sus vidas. El vehículo quedó a escasos metros de empotrarse contra su habitación. Lograron salvarse gracias a una arqueta, que se hundió por el peso del camión, que quedó estancado. «Eran las seis de la mañana y al principio pensamos que era una bomba», recuerda. «Me da pánico asomarme. Cuando veo venir los camiones me da la sensación de que los tengo encima. Siento una tremenda claustrofobia». «Fue una gran explosión y cuando nos asomamos a la ventana para ver qué había pasado el susto fue terrible», añade Fernando, que ya no tiene tanto miedo a los accidentes. «Lo lleva mucho peor ella, porque al mínimo ruido que oye ya se pone nerviosa. Lo pasa muy mal los días que vienen nuestros nietos. Está toda la noche sin pegar ojo, preocupada porque pueda suceder algo parecido», relata.
Tras diecinueve años viviendo en esta calle, ambos reconocen que se están acostumbrando al ruido. «Al principio estuvimos muchas noches en vela, sin dormir nada», explica Isabel. Es más, el día que no hay ruido de coches sospecha que algo raro está sucediendo. «El día de la amenaza de bomba en la autovía se dejaron de escuchar de repente los coches y me entró la preocupación», comenta. «Si hay coches, es señal de que todo va bien», bromea.
«A 110 hacen menos ruido»
Algunas casas, como las de Jesusa Fernández, son anteriores a la construcción de la autovía, que «transformó radicalmente» el barrio hace veinticinco años. «Antes había fincas y mucha tranquilidad», explica Jesusa, que lleva cincuenta y tres años viviendo en esta calle, ubicada en la subida al cementerio de Barreda. «Nunca me pude imaginar que hicieran tanto ruido los coches y motos. Me tenía que haber ido a tiempo, como el propietario de la casa de al lado, que vendió hace veinte años su propiedad», lamenta.
Sin embargo, Jesusa cree que en los últimos tiempos el ruido «va a menos». «Hay gente que no me cree, pero desde que sólo se puede circular a 110 kilómetros por hora, no siento tanto los coches», afirma mientras muestra el lugar en el que hace años se empotró un Renault 5.
Otro vecino, Néstor Guerrero, lleva viviendo allí desde hace tan sólo año y medio. Cuando se trasladó a esta calle no pensaba que se oyera tanto el ruido de los motores. Dice que ya se está acostumbrando a ellos, salvo a uno en concreto. El «estruendo» que provocan los coches cuando pisan el 'quitasueños' que le despiertan a media noche. «Es urgente que instalen los paneles porque disfrutaremos una mejora calidad de vida, menos contaminación y no tendremos que hablar casi a gritos», coinciden los vecinos.
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